Fernando Sicre Gilabert - OPINIÓN

Provisión y gestión del servicio

La sanidad vuelve a mimetizarse en una marea con resaca. Como las de Santiago, con los mayores coeficientes

FERNANDO SICRE GILABERT

La sanidad vuelve a mimetizarse en una marea con resaca. Como las de Santiago, con los mayores coeficientes. El agua retrocede tanto que se pierde en la lontananza. Y cuando sube lo invade todo, hasta la demagogia puede terminar ahogándose. A la Junta las mareas la pueden apuntalar en la línea de bajamar y zozobrar. Le están dando las mismas medicinas que en Madrid le suministraron vía rectal al gobierno de la Comunidad. En Aquel entonces, el lema de las manifestaciones eran sin más que “la salud no tiene precio y en consecuencia no se vende”. Se contra argumentaba que la salud tiene un precio y por lo tanto tiene un coste, solo que es financiada indirectamente a través de los ingresos fiscales y solo en una pequeña parte directamente, a través del sistema de copago (prestaciones farmacéuticas). La otra consigna utilizada era “sanidad privada, sanidad para ricos”. Lo que es otra sandez, porque lo privado no está reservado para un sector de la población, en función de su nivel de rentas, sino para aquel a quien el uso del sistema alternativo de sanidad privada o de gestión privada, les satisface más. Por lo tanto, en absoluto puede considerarse privativo y exclusivo. ¿O es que ahora los funcionarios de la Administración General del Estado adscrito al sistema de Clases Pasivas son ricos? Bueno, entonces será que me tocó la lotería alguna vez y aún no me enteré. Lo digo por mi condición de Clase Pasiva del Estado, que opté por un sistema de gestión privada, como el 80% de los integrantes en dicho régimen. Y le garantizo que en ese porcentaje hay gente de derechas, de izquierdas, liberales, socialistas, comunistas y conservadores. La defensa de la prestación pública con gestión exclusivamente pública, es una cuestión dogmática y por lo tanto ideológica. Porque sí un 33% de los médicos de Madrid tienen consultas privadas y “toda” la comunidad médica defiende “a muerte” la condición publica de la gestión de la prestación del servicio, solo me queda pensar mal. Defendiendo lo público y sus innumerables carencias de gestión del servicio, se garantiza también lo privado. Es la defensa numantina de la ineficiencia del sistema.

En Madrid, las mareas que provienen del Manzanares fueron auspiciadas por los propios sanitarios. Luego arrastraron a la izquierda y a la casta sindical. La Comunidad de Madrid gobernada por el PP decidió bajarse los pantalones, dejar sus vergüenzas al aire y recoger velas…y vámonos que nos vamos que las elecciones estaban al caer. Las ganó Cifuentes, una oportunista política de la más alta escuela y se cargó toda la estrategia de gestión diseñada por el anterior gobierno. No recogió el sentido de la mayoría, sino de los que gritaban más. Pero no quiso complicarse la vida y aceptó las tesis estatalistas en las que se confunden los términos provisión y gestión del servicio.

Situémonos a los pies del moro Mulhacén, bajo un ciprés del Generalife. Las mareas del Genil en Granada tienen mayores coeficientes que las del Atlántico. Otra vez la bandera de la defensa de la sanidad pública, confundiendo provisión y gestión. La Esperanza de Sevilla por ambición, suerte y azar se convirtió en Presidenta de la Junta. Para ella el tiempo transcurre apacible. Más de un decenio para sacar su carrera y toda una vida para decidir o no si se presenta a las primarias. No llega a entender que el tiempo es oro en economía. Que el dinero es un bien escaso. Oculta el gasto per cápita en sanidad. 1107,11 € frente a la media española de 1232,73. Se deja sin ejecutar el 72% de la inversión sanitaria para 2016. La joya de la corona como ella la llama ha pasado a ser bisutería y de la mala. El PP no debiera hacer demagogia en esto y presentar su programa. Los ciudadanos quieren un servicio eficaz. la gestión del mismo debiera circunscribirse a la eficiencia y racionalidad. Fijémonos en los países nórdicos, pero sobre todo en Holanda y Suiza. Creo que es ahí donde está el futuro. Desde luego no en Cuba. Y Cuba es Cadiz pero con más negritos…

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