LA VOZ - EL APUNTE
Una protesta equivocada
Los piquetes y sus acciones represivas no contribuyen a acelerar la firma del contrato con Arabia
Es evidente que el contrato naval con Arabia se ha retrasado más de lo previsto, pero es evidente también que la acción represora de un piquete no acelera en absoluto la llegada del acuerdo. La protesta que llevaron a cabo ayer varios miembros del comité de empresa del astillero de San Fernando ante la puerta de la factoría es del todo reprobable. Los representantes de los trabajadores impidieron el paso a las instalaciones de los directivos de la planta y de los jefes de producción. De esta forma tan particular querían denunciar la falta de carga de trabajo en la planta isleña y exigir el cumplimiento del convenio colectivo por parte de la dirección de la compañía. No parece lógico que para demandar carga de trabajo se utilice la coacción y se coarte el derecho que tienen otros a trabajar. El contrato con Arabia Saudí para la construcción en nuestro país de cinco corbetas se ha demorado y todo apunta a que se ha vendido la piel del oso antes de cazarlo. Pesa más el interés político por anunciar la ansiada carga de trabajo en Navantia que la realidad de una negociación que aún no está cerrada. El Gobierno de Riad ha elegido a Navantia como empresa constructora de cinco corbetas militares para su Marina y así se lo transmitió el rey Salmán bin Abdulaziz al monarca español Felipe VI durante la visita que giró al país a mediados del pasado enero. Esta visita contribuyó a desbloquear un acuerdo que estaba atado, pero que, a pesar de las buenas intenciones, no terminaba de cuajar. Tras la visita del Rey de España a Riad quedaron sobre la mesa algunos flecos pendientes que debían resolver a partir de ese momento tanto los técnicos saudíes como los ejecutivos de Navantia. Se trata de cuestiones puramente económicas, es decir, cómo se va a financiar este proyecto, que supone una inversión de 2.000 millones de euros. En este punto, precisamente, se encuentran ahora las conversaciones entre las dos partes. Es lógico que la plantilla del astillero isleño esté nerviosa por las consecuencias que puede acarrear el retraso de la obra, pero no tiene sentido que, a estas alturas del partido, volvamos a las movilizaciones radicales que llevaron a la Bahía a ser portada de todos los informativos nacionales. Esta situación no parece razonable cuando la carga de trabajo ya es notoria en la factoría de Puerto Real, con la construcción de cuatro petroleros y el arranque de la obra de Iberdrola, y en la planta de Cádiz se esperan ya las primeras reparaciones de cruceros del año.
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