Ignacio Moreno
Proetarras en Cádiz
Nuestro alcalde y nuestro concejal de Memoria Histórica nos traen a nuestra ciudad a un indeseable que probablemente brindó con champán por cada víctima de ETA
¿Dónde estaba el alcalde de Cádiz cuando ETA secuestró a Miguel Ángel Blanco durante dos días para luego reventarle la cabeza de tres tiros? ¿Qué hacía Martín Vila, concejal de Memoria Histórica de nuestro ayuntamiento, durante los larguísimos meses de secuestro de Ortega Lara? ¿Qué pensaban cuando, durante años, prácticamente todos los días comíamos viendo noticias de gente asesinada? Cuando no era un agente de Policía era uno de la Guardia Civil. O un juez. O un político. O al que cogiera por delante una bomba. Indiscriminadamente. Niños, trabajadores, ancianos... ‘gente’. Cientos de personas. 829 exactamente.
Durante aquellos años, que fueron muchos, décadas, realmente pensaba que España iba a una en este tema. Que no había fisuras con el terrorismo. Que los malos eran cuatro –o cuarenta, o cuatrocientos– desgraciados con pistola y algunos radicales vascos con cócteles molotov. El resto, todos, lo repudiábamos. Pero resultó que no. Que incluso aquí en Cádiz, gente de la cuerda del alcalde Kichi lo justificaba. Al menos interiormente, aunque no tuvieran narices de decirlo públicamente. Que probablemente Martín Vila pensaba en su fuero interno que era necesario hacerlo para luchar contra los fascistas y todo ese rollo de mediocre acomplejado. Mediocres acomplejados que ahora, con el auge de Podemos, ven la oportunidad de exteriorizar lo que antes no fueron capaces. A mí, en una entrevista y visiblemente incómodo por la pregunta, mi alcalde llegó a decirme que Arnaldo Otegui no tiene delitos de sangre . Una forma como otra cualquiera de justificar a un ser despreciable que ha sido una de las mayores cabezas pensantes de una manada de asesinos.
Y mañana, nuestro alcalde y nuestro concejal de Memoria Histórica, nos traen a nuestra ciudad a otro indeseable que probablemente brindó con champán por cada víctima de ETA. Algunas de ellas gaditanas. Un concejal de la antigua Herri Batasuna que jamás en su vida ha condenado un atentado. A darnos lecciones sobre el franquismo. Sobre los horrores que se vivieron en este país durante 40 años de dictadura. Probablemente diga algunas verdades. Y obvie otras. O no. Da exactamente igual. No importa nada de lo que venga a hablar. Una persona que públicamente ha justificado un asesinato y que no ha tenido el valor de condenar otros cientos de ellos no tiene la más mínima autoridad moral para pontificar sobre nada.
Y el hecho de que el Ayuntamiento le invite a la ciudad a hacerlo es simplemente execrable. Ya no es una gracieta de una bandera. Una provocación de un antisistema que no sabe qué hacer con el poder que ostenta. Por cierto, recuerdo, gracias a los 18.000 que le votaron y a un PSOE gaditano cómplice de toda esta lamentable situación.
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