Los problemas de visión de Podemos

Ya sucedió en las elecciones europeas en las que irrumpieron. Entonces, se les disculpaba todo porque parecían efímeros, inocentes, sorprendentes. También pasó en las autonómicas y fue palmario en las municipales. En ciudades como Cádiz, los simpatizantes, votantes y militantes de Podemos celebraron sus resultados con una euforia desmedida. Tanto, que acogieron a su primer candidato en la capital gaditana, José María González ‘Kichi’, al grito de «alcalde, alcalde» cuando ni siquiera se sabía si llegaría a serlo, cuando representaba a la segunda lista más votada en la ciudad. Sus resultados electorales (en las anteriores citas y en la última) son absolutamente sorprendentes. Su avance es asombroso, cierto. Sobre todo porque viene de la nada. Pasar de cero a ocho concejales, de cero a 69 diputados es, aritméticamente, pasmoso. Bien, puede merecer satisfacción y aplauso en las propias filas, pero de ahí a la confusión permanente va un trecho. Podemos no está en disposición de decir que la ciudadanía de Cádiz se volcó con ellos en las municipales. Recibieron 18.000 votos, sí, pero varios miles menos que otra formación política. Incluso el pasado domingo, otra fuerza política tuvo más apoyo en la ciudad. En el caso de las generales del domingo, sus resultados son muy llamativos, de acuerdo, pero las dos fuerzas del bipartidismo tienen cuatro veces más votos. En la provincia de Cádiz, sólo han ganado en un municipio, Puerto Real, y han sido la segunda fuerza en otras cuatro localidades. De un total de 44. Esos números ni dan ni quitan brillo pero son indiscutibles. Podemos tiene un problema de visión. Ve vuelcos y revoluciones por todas partes. Ve apoyos unánimes cuando lo que hay es un gran número, quizás creciente, de ciudadanos que le apoya. Ni nada más, ni nada menos. Esa es la realidad y conviene tenerla siempre a la vista.