El problema no desaparece por ser antiguo
La pérdida de población sigue imparable 25 años después pero algunos se empeñaron en usarla como reproche partidista
Es un deterioro colectivo y, sobre todo, antiguo. Así que conviene echar la vista atrás para evitar los habituales oportunismos del partidismo y el corto plazo. Cualquiera que tenga memoria o se moleste en activarla en archivos comprobará que durante la segunda mitad de los ... 20 años de mandato municipal de Teófila Martínez, 1995-2015, uno de los lemas de las distintas fuerzas en la oposición –de los socialistas primero a los «activistas» y espontáneos organizados al final–, fue la pérdida de población de la capital. El descenso del número de residentes en la ciudad era un reproche constante. Como se ha dado, sin pausa, durante lustros se podía utilizar en cualquier momento contra los responsables contemporáneos al fenómeno. Se traducía, políticamente, en una pérdida de pulso de la ciudad, que era incapaz de ofrecer atractivos sociales, empleo, vivienda, a sus ciudadanos más jóvenes, a las personas en edad de iniciar su trayectoria laboral. Mucho en ese reproche genérico era cierto, tanto como lo es ahora, pero la gran mentira consistía en achacarlo a un partido concreto, a una administración determinada, en un plazo exacto de tiempo. La ciudad de Cádiz envejece al galope, pierde mil habitantes por año (952 en el 2019 que acaba). Sus jóvenes se van, es cierto, y tiene serios problemas (de geográficos a educativos y políticos) para ofrecer empleo y vivienda, para acoger empresas de cualquier tamaño, para competir. Esa situación –la bajada de población, la fuga de vecinos jóvenes– es muy antigua, tiene más de 25 años, y afecta a toda la sociedad sin distingos de edad, ideología ni gremios.
La prueba de que supera al Ayuntamiento –al de ahora, al de antes– es que con el relevo de Gobierno local, hace más de cinco años ya, la deriva no ha cambiado un milímetro. La pérdida de población sigue constante, estable, imparable. Cádiz ya es la tercera ciudad de la provincia pero decrece cada año mientras que Algeciras crece y Jerez se consolida en los 212.000 habitantes. Puede que no parezca un drama por responder a un debate antiguo pero lo es por seguir sin asomo de soluciones. Ni siquiera se frena la tendencia, ni soñamos con invertirla. Agrava el rápido envejecimiento y supone una pérdida de usuarios, de contribuyentes, de consumidores, para numerosos servicios. Es el síntoma de muchas dolencias que aún estamos pendientes de resolver, de diagnosticar. Hay mucho que trabajar y llevamos décadas de retraso.