LA VOZ
El primer gran reto de organización
El Carnaval, la gran fiesta local, mueve miles de empleos e implica servicios esenciales: el nuevo gobierno municipal se enfrenta a un difícil debut
El Carnaval de Cádiz es muchas cosas para los gaditanos y para los aficionados pero con algo de perspectiva supone la mayor fiesta de la ciudad, el gran evento. Cada ciudad tiene un reto así cada año y pone en juego todos sus recursos, mucha responsabilidad. En todos los municipios, se ponen a prueba los grandes servicios públicos: transporte, seguridad, tráfico y limpieza. Con el añadido de las emergencias y la sanidad que, por lo común, son de control autonómico y estatal. En el caso gaditano, las peculiaridades geográficas se convierten en diferencias. En el caso gaditano, no hay periferia que usar para aliviar aparcamientos o instalar recintos. El término municipal es diminuto y durante unas horas de varias jornadas llega a duplicar y triplicar su población. Casi todos los años se supera el trance sin lamentar ninguna desgracia y con un meritorio resultado en cuanto a limpieza y convivencia.
El nuevo gobierno municipal se enfrenta por primera vez a este monumental compromiso. Son muchos los factores a prever y controlar, con el añadido remediable de la inexperiencia. Los retos son los de siempre y los objetivos, los del anterior gobierno municipal. Probablemente, los mismos que tendrá el siguiente. Hay nuevos elementos a manejar, especialmente el segundo puente. El masivo acceso a Cádiz se producirá ahora por esa vía, abierta al tráfico en septiembre y que vivirá su primer Carnaval. Barriada de La Paz, Astilleros y Carretera Industrial ya ejercían de enorme –y en algún caso, improvisado– aparcamiento callejero pero ahora el riesgo será mayor. En seguridad y limpieza, la misión en mantener los niveles alcanzados, son altos. En cuanto al programa, se trata de prueba y error, como hasta ahora. Habrá que valorar cómo funciona la nueva ubicación de la carpa, ampliar contenidos del programa oficial, tratar de minimizar el botellón y ampliar la protección a las callejeras, el alma de la fiesta, su esencia innegociable. También merece la pena seguir con el empeño de que la calle escuche las coplas que se oyeron en el Falla. Por lo demás: buena suerte a todos. Es un trago.