El primer Carnaval de los venideros

Los cambios políticos tienen la virtud de convertir en novedad lo que era rutina. Cuando hay un cambio importante al frente de una administración, cada fecha previsible y señalada del calendario, de cada año, resulta nueva. La primera sesión plenaria, la primera Navidad, las primeras vacaciones de verano... Por lo menos, mientras se deshoja el primer almanaque. Ese efecto provoca que el Carnaval que comienza, informalmente, durante la jornada de hoy sea particular. Es el primero de la nueva administración municipal, el primero de un alcalde que, además, es comparsista y presume de serlo, que ha llegado a cantar en varios mítines, que celebra sus triunfos electorales con pasodobles. El mundo del Carnaval organizado, el que se mueve alrededor del Concurso del Gran Teatro Falla, considera que el alcalde es «uno de los suyos» y tiene muchas esperanzas puestas en su capacidad de mejorar la gran fiesta de todos los gaditanos, el fenómeno de coplas que sacude más de media Andalucía cada principio de año. Los primeros pasos del primer Carnaval del nuevo Ayuntamiento, con todo, no han sido los mejores. Regidor y concejales se metieron en un laberinto sin sentido al proponer la eliminación de las ninfas. El Patronato tumbó la idea, como también modificó los cambios que pretendía imponer en el Concurso. La Pestiñada, que esta noche abre el calendario, llegó a suspenderse por la reducción de la ayuda municipal y sólo la colaboración de los hosteleros ha conseguido recuperarla. Los prolegómenos no han sido los mejores pero cabe dar un margen de confianza para ver qué concepto de Carnaval tienen los que dicen quererlo tanto, los que presumen de haberlo vivido desde pequeños. El mayor obstáculo puede ser que hay muchas formas de ver la fiesta, muchas maneras de sentirla y quererla. Ninguna es la mejor y la única. Este tipo de conceptos son difíciles de entender para el entorno de Podemos.