El Apunte - Opinión
Un premio al esperpento
Un galardón prestigioso como el Libertad Cortes de Cádiz ha quedado reducido al ridículo por el sectarismo del alcalde y de Podemos
El alcalde de Cádiz empieza a tomar por costumbre recurrir a todo tipo de argucias y excusas para justificar sus decisiones. Medias verdades que, en su calidad de máximo representante de los gaditanos, perjudican seriamente la imagen de la ciudad. Todo lo que diga o haga tiene repercusión mediática nacional y la polémica suscitada en torno a la entrega del Premio Libertad Cortes de Cádiz que se celebra hoy en Madrid es un clarísimo ejemplo de ello.
En este caso, además, se dan varias mentiras fácilmente demostrables. En primer lugar, alegó que el motivo por el que no se hacía en Cádiz es que el Ayuntamiento no puede costear los billetes y la estancia de los familiares de los premiados, cuando él sabe que ese presupuesto ya estaba aprobado y dotado. Además, algunos de ellos habían mostrado su disposición a pagarse ellos mismos el viaje.
Afirma también que el premio se entregará hoy con «total normalidad», pese a que no asistirá ningún miembro de la corporación al haberlo hecho coincidir con el Pleno municipal. Sólo a preguntas de los periodistas termina reconociendo que el galardón no le gusta y lo califica de «regalo envenenado».
Hubiese sido mucho más fácil reconocer desde el principio que los premiados están en las antípodas de su ideología política, por lo que está tratando de boicotearlos en todo lo posible. Y ahí es donde perjudica a la ciudad, pues estos galardones nunca hasta ahora habían estado tintados con ningún color político, habiéndolo recibido personalidades de toda ideología.
Cádiz, que siempre ha presumido de ser una ciudad liberal, abierta, plural, lo es un poco menos con la actitud sectaria de José María González. Un alcalde que, para acabar de redondear el esperpento que ha montado, reduciendo al ridículo un premio prestigioso, afirmaba ayer que los concejales no acudirán al acto ya que «estarán en el pleno, que es donde tenemos que estar». Y lo dice quien en noviembre lo abandonó seis horas antes de su conclusión para acudir a Madrid a un acto de su partido durante la precampaña electoral. Las mentiras tienen las patas muy cortas.