El Apunte

Un mal político y social

Tres alcaldes en prisión son demasiados para negar una enfermedad colectiva

LA VOZ

Se trata de una enfermedad. Demasiados casos y demasiado graves para calificarlo de casualidad, de accidentes aislados. Ya son tres los exalcaldes de la provincia de Cádiz en prisión. Se trata de personas que han tenido la responsabilidad hace pocos años, que parecían jóvenes, capaces, con trayectoria histórica en algún caso, con prestigio político en casi todos. Los tres entre rejas, de tres partidos políticos distintos. Dos exregidores de Jerez y, el último caso, una exalcaldesa de Rota. El Tribunal Supremo ratifica la pena de cuatro años y para Eva Corrales, por un delito de falsedad en documento oficial en el marco del conocido como caso ‘horas extra’. Queda inhabilitada, además, durante ocho años y medio para cualquier cargo público.

El motivo es tan burdo como haber adjudicado durante seis años, de 2004 a 2010, la elaboración de adornos para los trajes de las fiestas locales a un funcionario. Además, encubría esos pagos como horas extraordinarias.

La casuística es secundaria. En el caso de Pedro Pacheco y Pilar Sánchez, en Jerez, fueron otras actuaciones las demostradas como ciertas y delictivas. Pero todas tienen algo en común: tomar las administraciones públicas y sus fondos como un tesoro con el que gestionar a capricho para satisfacer las necesidades de correligionarios, de amigos, de familiares o, en muchos casos, para alimentar la propia vanidad de persona todopoderosa que hace lo que le viene en gana con el dinero de todos. Será que aún pensamos que no es de nadie en concreto, que nadie va a reclamar ni a protestar.

La enfermedad consiste en esa falta de respeto por los ciudadanos, por las finanzas que sostienen con sus impuestos, tasas y multas. El mal de la vida pública en la provincia, en Andalucía y en España, está en la falta de pulcritud, en las formas que traicionan un fondo aquejado de amoralidad, alérgico a las normas que parecen sólo para los tontos, para los inocentes.

La picardía, la soberbia, la osadía gozan de un excesivo prestigio en nuestra sociedad y estos tres encarcelamientos son un síntoma de difícil discusión. La inocencia, la disciplina, la consideración parecen patrimonio de gente muy extraña que no sabe de qué va la vida. Esa idea, y no otra, está en la semilla de esta dolencia colectiva.

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