OPINIÓN
Política de postureo
Ciudadanos y Vox sabían perfectamente que al final habría acuerdo para investir presidente a Juanma Moreno, así quebien nos podían haber ahorrado este mes de tiras y aflojas, órdagos y amenazas para finalmente llegar al punto de partida
El 2 de diciembre pasado, a eso de las diez de la noche, usted ya sabía que el presidente de la Junta de Andalucía iba a ser Moreno Bonilla, ahora políticamente rebautizado como Juanma Moreno. Lo sabía sencillamente porque sabe usted sumar. Y de toda ... la vida 26+21+12 son 59. Y como 59 es más que 33+17, que son 50, pues blanco y en botella. No había más que hablar. PP, Ciudadanos y Vox, de un modo u otro, llegarían a un acuerdo, como finalmente ha sido. Pero por lo que hemos visto, sí que quedaba mucho por hablar. Aunque fuera palabrería nada más. El acuerdo iba a darse, Juanma Moreno iba a ser presidente. Pero el postureo político de Ciudadanos –bastante más protagonizado por Albert Rivera que por Juan Marín– y por Vox –absolutamente centrado en las figuras de Santiago Abascal y Javier Ortega Smith– ha llegado a ser cansino. Incluso ofensivo para la inteligencia de sus propios votantes.
Recuerden que lo primero que exigió Ciudadanos es que el presidente fuera Marín, pese a que lideraba la tercera fuerza más votada. ¿En qué momento pensaron que cabía la más mínima posibilidad de que el PP accediera a ello? En ninguno, por lo que sólo se puede entender dentro de una estrategia de exigir máximos para luego llegar hasta donde pudieran. Hubo entonces, antes de Navidad, quienes llegaron a pensar que el cambio se iba al garete, que Ciudadanos se estaba poniendo demasiado exquisito y que iba a abocarnos a los andaluces a nuevas elecciones. Jamás se estuvo ni siquiera cerca de que ocurriese, pero así pasamos unos cuantos días, con esa incertidumbre. O al menos los pasaron quienes dudaron de un acuerdo que era obvio que llegaría.
Después vinieron las extravagancias de Vox, aún menos entendibles. Cambiar la fecha del Día de Andalucía, expulsar a miles de inmigrantes por la misma cara, cargarse la ley de violencia de género en lugar de revisarla y mejorarla... disparates que no les duraron ni 24 horas. Ellos lo sabían, pero aún así buscaron esas 24 horas de un protagonismo que no sé yo si les ha causado más perjuicios que beneficios. Ellos sabrán.
En definitiva, que hemos asistido durante más de un mes a todo un circo de tiras y aflojas, órgados, amenazas y declaraciones para llegar finalmente al punto inicial. 26+21+12=59. Adiós a 36 años de gobierno del PSOE. Que ya era hora. El fin último estaba muy por encima de cualquier ocurrencia de unos y otros. Ahora, una vez superada esta primera fase que bien nos podíamos haber ahorrado, llega el momento de empezar a gobernar. De ejecutar la voluntad de una mayoría de andaluces que piden ese cambio. Y como dice el gran Carlos Herrera, algunos están temblando.