Ignacio Moreno Bustamante
Política, honradez y violencia
Si cualquiera de ustedes se mete en Google y teclea ‘citas sobre honradez’ le saldrán miles de resultados
Si cualquiera de ustedes se mete en Google y teclea ‘citas sobre honradez’ le saldrán miles de resultados. Y si pincha sobre cualquiera de ellos, obtendrá otras miles de sentencias sobre el asunto atribuidas a los más variopintos autores. En cualquiera de ellas encajaría, a buen seguro, el alcalde de Cádiz. No tengo la más mínima duda de que José María González Santos es un político honrado. Como no la tengo de que también lo es su antecesora en el cargo. La raíz de los problemas de la ciudad de Cádiz no está en la corrupción, cosa que no se puede decir de otros muchos lugares de España, desde Rota o Jerez a Valencia pasando por Madrid o Barcelona. Por eso, bajo este razonamiento, no puedo estar más en desacuerdo con nuestro señor alcalde cuando en la entrevista que publicamos hoy afirma que la principal virtud que debe poseer un político es la honradez. Eso, como aquello del valor en la mili, debería darse por supuesto. Cierto es que en estos tiempos resulta un ejercicio harto complicado, pero en Cádiz es algo menos difícil, pues que se sepa no hay nadie condenado por ello.
Ahora, eso sí, torpes ha habido y hay unos cuantos. La principal virtud que debe tener un político –insisto en dar por hecho lo de la honestidad– es la del sentido común. La de ser resolutivos, imaginativos, eficientes. Y que todo eso esté sustentado con una buena formación y experiencia.
Afirma también nuestro alcalde que los anteriores gestores del PP tenían esa formación y son los causantes de la actual ruina. Verdad a medias, pues la peor época de la crisis económica pasó por encima de todos arrasando cuanto encontró en su camino. Es evidente que hay cosas que pudieron y debieron hacerse de mejor manera, y tampoco dudo que en el equipo de Teófila Martínez había integrantes que no estaban a la altura de la ciudad.
Es algo tan obvio como que con los actuales gestores y su forma de entender la política, fracasada a lo largo de la historia en multitud de países del este de Europa y también de Sudamérica, no basta con la honradez. Y la capacitación, formación y experiencia brillan por su ausencia en la práctica totalidad de los casos.
A ello hay que añadir una cierta falta de humildad y un punto de condescendencia con según qué tipo de violencia. Y la violencia es siempre violencia. No hay punto medio. Y nunca, nunca, puede ser justificada. Venga de la extrema derecha, de la extrema izquierda o de cualquier descerebrado alentado por quien no la ve con malos ojos.