El Apunte
Policía y Guardia Civil desautorizadas
La puesta en libertad de capos del narco es un mensaje desolador ante una lucha titánica
El ministro del Interior en funciones, Fernando Grande-Marlaska, se limita a reflejar una realidad heredada de gobiernos anteriores cuando afirma que la guerra contra el narcotráfico en el Campo de Gibraltar se ha recrudecido. El notable incremento de detenciones es la mejor prueba. El ... nuevo y mayor esfuerzo de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado es evidente, es palpable, indiscutible. Esa verdad no cambia la dureza y dificultad de la tarea. Acorta pero no culmina el largo camino pendiente. La media, que llegó a ser de dos detenciones al día hace apenas un año, demuestra el buen trabajo policial. Todas las alarmas se encendieron desde que las agresiones a funcionarios policiales o el asalto a un hospital creasen una perniciosa sensación de impunidad. Se trataba de un pulso al Estado de Derecho, a la democracia, de un intento de imponer el imperio de los delincuentes ante el temor de la –inmensamente mayoritaria– población decente de la comarca. En poco más de dos años se le ha dado la vuelta a la tortilla. Los clanes de la droga campaban a sus anchas entre La Línea de la Concepción, Algeciras, Los Barrios y Gibraltar. Era el territorio comanche de las redes del narcotráfico, sin embargo, la imagen del grupo de delincuentes asaltando un recinto hospitalario para liberar a uno de los capos heridos –recordarán – fue la gota que colmó el vaso de la paciencia. Junto a esa foto se amontonan también en la memoria el apedreamiento a vehículos de la Guardia Civil cuando una patrulla de agentes trataba de abortar un desembarco de droga en la Bahía de Algeciras o los coches de la Benemérita y la Policía dañados tras ser embestidos por los delincuentes en una decena de ocasiones. Otro de esos episodios, una persecución, le costó la vida a un guardia civil en una tragedia que nunca debería olvidarse.
El Ministerio de Interior empezó a poner los medios para frenar la actividad de los narcos pero siempre serán insuficientes. Especialmente baldíos resultarán si el poder judicial no trabaja en la misma línea y pone en libertad provisional a capos de clanes por una cantidad de dinero que, esas personas, pueden gastarse en una noche de fiesta como las que hacen públicas en internet. Se trata de un precedente desmoralizante para Policía y Guardia Civil, para la sociedad, porque pone en cuestión todo este esfuerzo y presenta a los funcionarios policiales como los eslabones débiles de una cadena que salta por los aires entre las risas de los malos.
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