OPINIÓN

Podemos y su realidad paralela

Kichi y sus concejales viven en una continua contradicción entre lo que les gustaría y la realidad del sistema al que repudian, por eso no pueden decir claramente lo que piensan sobre la Navidad, las grandes empresas, Otegi o las fuerzas de seguridad

Ignacio Moreno

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Durante estos días de Navidad habrá podido leer usted en estas páginas diferentes Tribunas de opinión que hemos pedido a diversos representantes públicos de Cádiz y la Bahía. Han escrito alcaldes y jefes de la oposición de todos los partidos. Y todos ellos lo han ... hecho con espíritu constructivo, analizando los logros alcanzados en este último año, criticando los fracasos y desgranando los proyectos pendientes antes de las próximas elecciones. Sin faltar, por supuesto, las críticas a sus adversarios políticos. Todo dentro de una normalidad reflejada en las siglas de PP, PSOE o CS. Una normalidad que al final, cómo no, rompieron los de siempre: Podemos. El alcalde de Cádiz, una vez más, sacó los pies del tiesto. Aceptó escribir la Tribuna con mucho más afán de tratar de desacreditar a este periódico que de proponer soluciones a los problemas reales de los gaditanos. Por lo visto eso es lo que quieren sus votantes, espectáculo que desvíe la atención de lo realmente importante. Comprenderá usted que a estas alturas este tipo de lecciones de periodismo, a las que son tan aficionados en Podemos, a esta redacción le afectan lo justito. No perderemos ni un segundo en rebatir sus ‘aclaraciones’ sobre si está siendo investigado o no en uno o varios procesos judiciales abiertos contra él o contra algún otro miembro de su equipo de Gobierno, ni esos «continuos titulares sobre oleadas de robos», ni si las críticas al alumbrado navideño de la concejala María Romay se referían a la casa de una amiga o a la pobre iluminación aportada por el Ayuntamiento. Ellos, en sus conciencias, saben perfectamente la verdad, aunque en estas circunstancias, estando dentro del Gobierno municipal, no puedan decirlas. Como no pueden decir abiertamente lo que piensan sobre Arnaldo Otegi, o sobre las fuerzas de seguridad, o sobre las grandes empresas –y no tan grandes– que patrocinan todo tipo de eventos y con las que se hacen la foto, entre risas, pero tapándose la nariz.Su esencia anticapitalista les hace vivir contradicciones diarias entre lo que les gustaría que fuera y la realidad de nuestro sistema, al que repudian.

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