EL APUNTE
La plata de la Tacita se queda sin brillo
El alcalde debe actuar pues la limpieza es competencia municipal, y no puede lavarse las manos ni ensuciar el debate con alusiones al pasado
Cádiz está sucia . Muy sucia. No hay más que pasear por sus calles con mirada limpia para guarrearla pronto con la evidente porquería. No pasaría la prueba del algodón. Razones hay para explicar semejante estado. La Santísima Trinidad de la limpieza de la ... vía pública, maquinaria, material y personal, ha sido ultrajada por la gestión municipal. Máquinas vetustas e incluso averiadas, baldeo en ocasiones sin jabón y un absentismo laboral cercano al 28%. Y vaya si se nota, pues aquí no hay alfombra bajo la que esconder la cochambre.
¿Que el vecino debería tener una conducta más cívica, andar más concienciado con este problema? Puede ser, pero no se trata de eso. La limpieza de la ciudad es una de las competencias absolutas de los ayuntamientos, y que el gaditano recoja la ‘caquita’ del perro o friegue su casapuerta con lejía es una gota entre un océano de medidas a tomar.
Porque hay que invertir. Gastar ese dinero que los contribuyentes aportan en gran medida para vivir con dignidad y en condiciones salubres. Renovar los enseres, adquirir nuevos y mejores productos y fiscalizar el bien ejercicio de la empresa encargada de estas labores. Y aún así, ya se va tarde. Los barrios de Cádiz, especialmente aquellos que permanecen escondidos al turismo pero por los que también transitan los gaditanos, necesitan un plan de choque urgente. Una actuación rápida y contundente para limpiar la mugre acumulada de tantos años de dejadez.
El alcalde José María González ‘Kichi’ tiene ante sí el mayor desafío de los próximos meses (al margen del desbarajuste con los aparcamientos y el caos circulatorio). Ha de gestar ese nuevo pliego que saque de la parálisis a la ciudad. Una buena prueba para medir el nuevo talante del equipo de Gobierno, al borde de la mayoría absoluta pero con la necesidad de contar al menos con el apoyo de algún grupo de la oposición. No puede seguir lavándose las manos ni ensuciar el debate con alusiones a un pasado que ya no le ampara como excusa. Cádiz, hoy, está sucia. Muy sucia. Y la limpieza brilla... por su ausencia.
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