La Voz
La perversa politización del Concurso del Falla
La obsesión del gobierno local por señalar al Patronato del Concurso como foco mafioso adepto al antiguo régimen ha dividido a los autores que se achacan su ideología sobre las tablas
El Concurso del Carnaval siempre ha tenido entre sus elementos fundamentales la crítica política en las letras de las agrupaciones. El repaso a los sucesos más importantes del año y las censuras o apoyos a determinados comportamientos, a líderes o formaciones han sido un elemento común en tangos y pasodobles. Forma parte de lo que los maestros de periodistas definieron como «periodismo cantado». Cada autor es muy libre de proponer lo que considere y los aficionados lo esperan, se reservan el derecho de aplaudir más o menos, de aprender y memorizar esa letra. Con más o menos humor, con ironía o de forma directa, la crítica política es parte de lo que se espera de los repertorios. En el archivo mental de los aficionados están las mordaces burlas a la Ley Corcuera, de ‘El que la lleva la entiende’ en 1992 o los ataques a la presunta pasividad del exalcalde Carlos Díaz, por poner dos ejemplos. Pero de criticar la actualidad política a censurar la presunta y legítima ideología de otro autor hay un paso grande. Y grosero.
La obsesión del nuevo equipo de gobierno por controlar el Carnaval (el alcalde siempre ha salido en comparsas) ha llevado a señalar en público al Patronato del Concurso (un órgano municipal, por contradictorio que resulte) como un foco mafioso que maneja el certamen a su conveniencia. Los autores que lo forman, coristas sobre todo, son acusados de pertenecer al «antiguo régimen» y otros comparsistas se pavonean en proclamar que van a echarlos. Esa división perversa e injusta, ajena a los aficionados, que tiene que ver con problemas personales y nunca con la organización del evento, es una de las más tristes novedades de este año. Los autores se cruzan letras políticas pero en vez de criticar a los políticos, lanzan dardos contra la ideología de otros. Muy triste.