Opinión
Perdón por nacer hombre
Por más que nos quieran señalar, estigmatizar, seguiremos aportando para construir un mundo más igualitario, más justo para las mujeres
Ione Belarra, perdón. Irene Montero, perdón. Carolina Bescansa, perdón. Vicepresidenta Carmen Calvo, perdón. Mujeres ultrafeministas en general que odian a los hombres por definición, perdón . A las de andar por casa, perdón también. Ana Camelo, Laura Jiménez, María Romay, Ana Fernández, Laura Mingorance, ... perdón. No quisiera acabar el año con este ‘entripao’ que me come por dentro. Por ello les presento mis más sinceras disculpas a todas por nacer con una gravísimo pecado original. Por nacer hombre. Es obvio que el mero hecho de venir a este mundo con el cromosoma XY nos hace sospechosos, si no culpables, de los más horrendos crímenes contra la mujer. A todos. Estamos todos en el mismo saco que Bernardo Montoya, el asesino de Laura Luelmo . Que los despreciables Miguel Carcaño, Santiago del Valle, Antonio Anglés o los de la manada. Tenemos los mismos impulsos irrefrenables que Jack ‘El destripador’ o que Grenouille, el personaje de la novela ‘El perfume’. Y por ello, no puedo más que reiterar mis excusas. Perdón.
«¡Déjenos en paz a las mujeres!», espetaba días atrás Belarra desde su escaño del Congreso a Pablo Casado, que había osado pedir la prisión permanente revisable . Una herramienta muy utilizada en los países más avanzados y que, de haberse aplicado en tiempo y forma, hubiese hecho que la joven profesora zamorana aún pudiese seguir dando clases y saliendo a correr durante muchos años. Porque su asesino hubiese estado entre rejas merced a su bastísimo expediente delictivo, con numerosos crímenes a sus espaldas, entre ellos el asesinato de una anciana años atrás. Pero da igual. Porque si no la hubiese matado él lo habría hecho cualquiera de nosotros. Cualquier hombre.
No pienso caer en la trampa de tratar de justificarnos, de enumerar los millones de hombres que a lo largo de los siglos, especialmente en los dos últimos, han luchado por la igualdad. Por supuesto que aún quedan pasos por dar , pero se ha avanzado muchísimo. Y se ha hecho de la mano de mujeres y de la inmensísima mayoría de hombres. Me niego a que me midan con el mismo rasero que a asesinos abominables. Y me asquea que se aproveche cualquier asesinato para utilizarlo políticamente y defender unas ideas extremistas .
Pese a todo, a la ingente cantidad de hombres de buena voluntad no nos amedrentarán. Por más que nos quieran señalar, estigmatizar, acusar gratuitamente de machistas –en el mejor de los casos– o de cómplices de asesinos, seguiremos aportando para construir un mundo más igualitario, más justo para las mujeres. Cada uno en nuestro entorno laboral o familiar. Belarra, déjenos en paz usted a nosotros. Que somos hombres porque así nos tocó nacer . De haber podido elegir, igual hubiésemos preferido el cromosoma XX. Pero no nos dieron esa posibilidad. Ya sabrá usted perdonarnos por ello.