El vestido Happy Birthday, Mr President

Mucha polémica se ha creado alrededor del vestido ‘Happy Birthday, Mr President’ de Marilyn Monroe y Kim Kardashian en la gala MET, que si no era de recibo que ella lo llevase en la alfombra roja de dicha gala, que si era un sacrilegio, que ... si no se debería sacar de donde lo tuvieran guardado, porque era un tesoro de la moda de la edad de oro de Hollywood… Otros opinaban que por qué no iba a poder llevarlo, ya que se lo podía permitir, y era un gran homenaje a la moda, cosa que se hace patente, como es obvio, en la razón de ser de la gala MET. Se ha hablado mucho de que en realidad era una réplica y que el verdadero jamás salió de su guarida. Grandes expertos en moda del mundo, entre ellos modistos y costureros de toda índole, han hecho varios análisis, a través de las fotos por supuesto, de que Kim jamás podría llevar el vestido de Marilyn sin que le hubieran hecho algún retoque, por muchos siete kilos que haya perdido, porque el cuerpo de Marilyn no es el cuerpo de Kim. Marilyn era más alta y tenía el pecho distinto según estas fuentes, por lo que arrastraría el vestido y no rellenaría el escote ya que el seno de Marilyn era, supuestamente, más puntiagudo que el de Kim. Todas mis fuentes son de redes sociales, así que no es un estudio ni formal y ni profundo, lo reconozco, pero sí bastante entretenido. Así que estuve un ratillo curioseando las comparativas de ambas fotos. Una de ellas me llamó particularmente la atención: Una señora, que decía ser una modista con treinta y tres años de experiencia, hacía un estudio completo sobre el escote de ambos vestidos, diciendo que uno era más en pico y otro más redondeado, marcándolos con los burdos trazos de pincel que usa cualquier editor de fotos de un móvil. Yo todavía no había hecho toda la investigación sobre el tema, y aficionada como soy a la costura, pues algo de dobladillos y puntadas entiendo, y me creí a pies juntillas lo que esta señora estaba diciendo, basándome también en mi propia experiencia cuando quise usar el vestido de novia de mi madre, que según ella, yo estaba igual de delgada que ella cuando se casó y teníamos las misma hechuras, craso error por su parte, pues me quedaba corto, estrecho y extremadamente grande de pecho, y si quería usarlo tendría que modificarlo, como decía esta señora que había que hacer con el de Marilyn para que le quedase a Kim. Así pues, respiré tranquila, porque yo soy de las que piensan que las cosas de los museos o asociaciones que mantienen las cosas de valor conservadas deben dejarlas así, guardaditas, y que lo que llevaba Kim era una réplica preciosa. Más adelante, comprobé de hecho había llevado todo el tiempo una réplica, menos en el momento de la alfombra roja que sí que llevaba el verdadero, está claro que no se puede hacer juicios de valor sin tener todos los datos. Y volví a pensar que era una locura que un vestido tan valioso, tanto por el precio como su valor histórico, estuviera expuesto, sobre todo cuando me enteré de la polémica que se produjo a posteriori con que el vestido se había desgarrado por detrás y que era culpa de Kim Kardashian que lo forzó por la parte de la cremallera, hecho del que se hizo eco todos los medios de comunicación y que el museo Ripley (actual dueño de la prenda) desmintió. En fin, esté a favor o en contra de que el vestido sea expuesto o no, está claro que la gala MET necesita su polémica anual y esta es la que toca este año.