Mayo
No hay cosa más maravillosa que pasearse por Córdoba en mayo, visitar sus patios engalanados de flores, pasear por la judería y los alrededores de la Mezquita, y por supuesto pasear por El Patio de los Naranjos
El mes de mayo es mi mes favorito del año, no solo porque es el mes de mi cumpleaños y el de muchas personas muy queridas para mí, entre ellas mis amigas: Maite, con la que comparto todas las anécdotas «videocluberas», entre otras de mayor ... o menor importancia vital, y de Belén que desde aquí le recordaré que sigue siendo siete días mayor que yo ji, ji, ji (aquí pondría un emoji de «maldad» con cuatro o cinco «juas, juas, juas»), sino porque la transición primaveral se va notando mejor, el calorcito es más continuo. Si es un día particularmente bueno, puedes ir a la playa, en mi caso con muchísima vergüenza por lo blanca que estoy, al menos en contraste con aquellos que ya han dado sus paseítos bajo el solecito invernal y ya tienen algo de color, no como yo, que parezco que he salido del cásting de la saga vampírica de ‘Crepúsculo’, que además de ser blancos y casi traslúcidos, eran brillantes. Mayo es un mes que se respira en el ambiente, la gente, al menos para mí, está de mejor humor, tiene más ganas de salir y más ganas de volver a socializar.
Con esto no quiero decir que el resto del año no se salga, ni se socialice, pero tiene un puntito diferente, ya que mayo es la antesala del verano, la carrerilla que nos hace falta para meternos de lleno en las vacaciones estivales, periodo de desconexión en muchos sentidos. Pero mayo es uno de los meses en los que se celebra otra cosa que a mí me gusta mucho; no, no me refiero a las comuniones, que también se celebran y se disfrutan, sino me refiero a las ¡Ferias! (Que sííí, que las ferias empiezan por abril y siguen hasta junio o julio, pero como estoy hablando de mayo, me centro en las de mayo). Y algo que a mí me parece maravilloso; es decir, lo que se considera el mes grande de Córdoba, la fiesta de los Patios Cordobeses (que también terminan en feria), que como sabéis son Patrimonio de la Humanidad.
No hay cosa más maravillosa que pasearse por Córdoba en mayo, visitar sus patios engalanados de flores, pasear por la judería y los alrededores de la Mezquita, visita obligada a su interior, por supuesto, y casi de delito, de delito si no lo haces, pasear por El Patio de los Naranjos. Hay tanto que ver…, la estatua de Maimónides, la casa de Sefarad, las cruces, los baños árabes, la plaza de la Corredera, que por cierto es la única plaza mayor cuadrangular de toda Andalucía. Y cómo no, el museo de Julio Romero de Torres y el Puente Romano, ¿y qué hacemos después de un gran paseo como este? Disfrutar de una cervecita y su gastronomía, ojo que como estamos en mayo todavía hay caracoles. Pero no sólo de caracoles vive el cordobés, como ya conocemos todo el centro de Córdoba, podemos ir, por ejemplo a las cuesta de la espartería a disfrutar de sus bares y restaurantes, donde podremos disfrutar del famoso flamenquín cordobés, el rabo de toro o la berenjenas con miel de caña. También podemos ir a los Jardines de la Victoria que además de ser preciosos también podremos disfrutar del mercado de la Victoria, pero si queremos algo más ligero, eso sí un poco más apartado del centro, podéis ir a tapear a la avenida del aeropuerto. No soy dada a hacer una publicidad muy directa, así que solo os daré un nombre y ya vosotros lo buscáis «Moriles». En fin se nota que disfruté de mi estancia en Córdoba el tiempo que estuve allí. ¡Ah antes de despedirme por hoy! Si os queda tiempo, id a ver Medina Azahara, otra maravilla entre las maravillas. ¡Y feliz cumpleaños a los de mayo! (Entre ellos, yo).