81º Feria del Libro de Madrid
Mi cola no era kilométrica y no estaba a la sombra, pero al menos tuve una mini cola en la Feria del Libro de Madrid, lo cual de por sí, ya es un ‘bastinaso’
El pasado lunes 30 de mayo tuve la fortuna de participar en la 81 Feria del Libro de Madrid, es mi segundo año consecutivo y, como decimos aquí en Cádiz, la experiencia fue un ‘bastinaso’. Este año fui muy ilusionada, pero más serena que el ... anterior; que iba como pollo sin cabeza, maravillada de todo lo que veía a mi alrededor, pero sin ser consciente del todo de lo que había. Además de que me cogió con las restricciones Covid y era todo como más ‘marciano’. Sin contar con que era mi primera experiencia en una feria del libro, por lo tanto, hice mi debut en ‘primera división’ y eso acojona. No obstante, el personal de la feria fue un amor y me atendió de maravilla. Mi padre también me acompañó por lo que no me vi sola, contar con su apoyo fue clave, ya no solo a nivel sentimental, sino porque fue comercial en sus años activos, y el que tuvo retuvo, y me mandó algún que otro amigo al stand, ¡todo un crack don José! (Si no estuviera jubilado, sería mi agente literario del tirón). Como iba diciendo este año fui más serena, también acompañada por mi padre, por lo que fui más consciente de lo que ocurría a mi alrededor, o por lo menos más que el año pasado. El domingo previo me di una vuelta por la casetas, con un calor de mil demonios, y a pesar de ello la afluencia de público era espectacular, da gusto ver a tanta gente interesarse por la literatura en general y los autores en particular, aparte del interés en las diferentes actividades, claro (yo por ejemplo, como tengo mi punto friki me hice una foto con los Stormtrooper o Tropas de Asalto del universo Star wars que andaban por allí, que madre mía la ‘caló’ que estarían pasando esas criaturas debajo del uniforme), la pena fue no llegar antes y ver a Sus Majestades los Reyes, pero no se puede tener todo.
Era una pasada ver a la gente hacer cola para ver a sus autores favoritos, hubo una que era especialmente larga y no sabíamos de quién era (pero seguro que de alguien famoso, ya que la cola estaba a la sombra). Así que como cual marujillla cotilla, me agarré del brazo de mi padre y me acerqué a una muchacha y pregunté educadamente: «Muchacha, muchacha, ¿esta cola de quién es?» «De Santiago Posteguillo», me contestó. Le di la gracias y continuamos nuestro paseo en silencio, hasta que mi padre me dijo: «Hija, no te preocupes que algún día tendrás tu cola a la sombra», ¡hay el amor de padre qué bonito es! Cuando me tocó mi turno de caseta, pude contar de nuevo con Andrea Alfonso, encargada de la caseta junto a su compañera Carmela (estuve torpe de no pedirle el Instagram también) que son todo un amor y con Álvaro el enlace de la editorial de este año que resultó ser majísimo también, aunque eché de menos a Fran mi amigo de la editorial del año pasado, quienes me atendieron en todo momento como grandes profesionales que son, demostrando así la calidad de la organización del evento.
Al ser lunes, habían muchos colegios de visita, por lo que ‘la cantera literaria’ hacía de las suyas, pidiendo marcapáginas por todos lados, y en mi caso, caramelos, ya que la experiencia te ‘da tablas’ y llevas más cositas para el merchandising. Pero, a su vez, mostrando un gran entusiasmo en los libros, lo cual resulta muy gratificante. En cuanto a mí, tuve buena acogida de mis libros puesto que pude firmar varios de ellos. Mi cola no era kilométrica y no estaba a la sombra, pero al menos tuve una mini cola en la Feria del Libro de Madrid, lo cual de por sí, ya es un ‘bastinaso’.