ENRIQUE MONTIEL DE ARNÁIZ - OPINIÓN

Pasarles fractura

Antonio Machado escribía de España, igual que Baroja y Ortega y Gasset, porque le dolía España

ENRIQUE MONTIEL DE ARNÁIZ

No sé si Pablo representa a la España de la rabia y la idea, intuyo que no. Más bien se me asemeja al españolito que hiela almas, a un panderetero que pide y vende charanga por los platós de La Sexta, que es mar de acero de olas grises. Me defino: es un insensato. Antonio Machado escribía de España, igual que Baroja y Ortega y Gasset, porque le dolía España. El charlatán de feria retiró su careta, la gomilla que unía el ceño fruncido a su coleta caballuna, y lo que abajo quedó fue un disperso puñado de ideas vacuas, lugares comunes y bienquedares. Si el problema con Antonio Baños es que es un personaje de Tarantino, uno de esos a los que todo se la pela, lo que hallamos en Iglesias es más un quiero y no puedo que recuerda al mediocre que confunde ventas con calidad.

Pablo vendía, sí, un discurso chabacano y progre, vides de pámpanos dorados, abanderado en la corrupción (de los demás), enarbolando el pabellón de la democracia participativa y asamblearia; el 15M hecho carne. Después de que Albert Rivera se lo zampase en el programa de Évole su equipo de asesores necesitaba un foco, una cámara y una patochada que convertir en titular, y Rajoy, atento siempre a prestar auxilio al rival moribundo, salió al recate in extremis, in artículo mortis e in crescendo a la vez. Pablo vio la ocasión propicia y se lanzó cual jubilado al paso de peatones a posicionarse contra la unidad de la España de Machado amparándose en la excusa de un referendo de unos pocos. Mientras, en la Andalucía escondida de los campos de la tierra mía, su discípula sostenía su mismo ideario del derecho a huir.

El problema está claro: la suavidad última del discurso de Podemos es preelectoral y casi preseminal. Dentro de sus tripas, los de Iglesias siguen odiando el sistema, la patria, el himno, la bandera, al Rey y hasta a Manolo el del bombo. La careta ha volado, ahora llega nuestro momento, el 20D, para pasarles fractura, la suya no la de la España que pasó y no ha sido. Aunque sea sólo por blandir el nombre de Machado en vano.

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