OPINIÓN

¿Qué pasa con las medicinas?

Todo sea por la sostenibilidad del sistema, aunque al médico se le limite la capacidad y libertad de prescribir, al farmacéutico la de dispensar y al paciente andaluz el acceso al medicamento

Felicidad Rodríguez

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Entre los usuarios de esta sanidad pública nuestra que, desde hace pocos meses, también se llama universal aunque las prestaciones sigan siendo las mismas, es posible que alguno se haya encontrado con la sorpresa de acudir a la farmacia por un medicamento y enterarse que ... ni está ni se le espera, al menos en fechas inmediatas, por motivos de desabastecimiento. Y, aunque no es raro que, en ocasiones, se produzcan faltas puntuales a las que, por lo general, los farmacéuticos dan solución, lo que está ocurriendo de unos meses para acá pasa ya de castaño oscuro. Los andaluces estamos acostumbrados a que, de vez en cuando, salte a la palestra lo de las subastas andaluzas, ya saben ese mecanismo por el que, en lugar de tomarse uno el fármaco original de marca, o cualquiera de sus genéricos bioequivalentes según le indique el médico, tiene que tratarse, obligatoriamente, con el que ha prescrito la Consejería tras la correspondiente subasta. Un mecanismo que, eso sí, nos ha permitido ahorrar, desde que se instauró en el 2012 hasta principios del año en curso, unos 550 millones.

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