OPINIÓN

Los partidos deben sugerir soluciones

Queda poco más de un mes y medio para las nuevas elecciones, es evidente la lógica obstinación del electorado en persistir en sus posiciones

Pablo Iglesias e Íñigo Errejón. Juan Carlos Hidalgo

Antonio Papell

Los primeros sondeos preelectorales publicados tras el fracaso de las tentativas de pacto que nos han abocado a unas nuevas elecciones no parecen anunciar grandes rectificaciones, como por otra parte es lógico que ocurra en un país ya muy maduro políticamente, en que el ... voto es reflexivo y consistente.

Este domingo, 'La Vanguardia' ha publicado una encuesta que corroboraba que, pese a la desconfianza que se profesan Pedro Sánchez y Pablo Iglesias, los ciudadanos siguen prefiriendo un gobierno de izquierdas a cualquier otro; casi la tercera parte de los electores (31,5%) están a favor de que el PSOE pacte con UP para gobernar (frente al 22% al que gustaría de una alianza PSOE-Cs y al 19,7% que apuesta por el tripartito de derechas PP-Cs-Vox). Por lo demás, las variaciones con respecto a los resultados de abril son muy tímidas, aunque este sondeo, como en todos los demás, se advierte una discreta tendencia a la recuperación del viejo bipartidismo imperfecto: el PSOE, con el 31,6%, subiría de 123 a 134 escaños; el PP, con el 20,3%, pasaría de 68 a 87; Ciudadanos, con el 13,1%, bajaría de 57 a 41; UP, con el 13,4%, descendería de 42 a 37 y Vox, , con el 9,6%, de 24 a 19. Es reseñable que PSOE y UP, con 171 escaños, no alcanzarían la mayoría absoluta, y que el PSOE y C's sumarían 175 diputados (es decir, conjuntamente habrían bajado 5 escaños, con lo que esta opción pierde terreno).

La encuesta de 'El País' es muy similar: el PSOE, con el 30,3% obtendría 132 escaños; el PP, con el 23,5%, 94; C's, con el 13,3%, 34; UP, con el 14%, 38 y Vox, con le 8,6%, 18. La suma del PSOE y UP daría 170 escaños.

La única voz levemente discordante ha sido la del Grupo El Heraldo, que publicaba ayer una encuesta de Ipsos según la cual el PSOE (117-121 escaños) y Ciudadanos (49-52) perderían diputados respecto al resultado que tuvieron el 28 de abril; el PP subiría de forma notable (79-83); Podemos mejoraría en porcentaje de voto, aunque sus escaños sería similares a los de hace cinco meses; y Vox perdería medio punto y hasta cuatro escaños, pero demostraría tener un suelo bastante sólido con al menos 20 escaños.

Queda poco más de un mes y medio para las nuevas elecciones, es evidente la lógica obstinación del electorado en persistir en sus posiciones, y esta continuidad pesa como una losa sobre las expectativas. La única novedad realmente reseñable que podría introducir elementos nuevos en este panorama estabilizado será la i rrupción del partido de Errejón en la contienda ; nuevos relativamente porque si lanza su propia lista en Madrid y pacta con algunas confluencias en la periferia, arrancaría unos escaños de UP y quizá arañaría algunos más al PSOE pero no necesariamente facilitaría una fórmula de gobernabilidad. Más bien al contrario.

Esta perspectiva debería pesar como una losa sobre los partidos que compiten en pos de la representación de la ciudadanía. Porque es evidente que si se mantienen los discursos hostiles que nos han traído hasta aquí, que acreditarían que no va a haber la menor concesión al pacto, la actitud más racional de los electores es la abstención . Lo lógico y exigible sería, en cambio, que las fuerzas que pueden entenderse por contigüidad ideológica comiencen a mostrar a la ciudadanía hasta dónde están dispuestos a llegar en este camino de entendimiento y brinden escenarios ilusionantes que animen a votar.

Lo que no sería de recibo sería que llegáramos al 10-N con la convicción moral de que volveremos a entrar en una etapa de inestabilidad irresoluble , en que se mantendrían las incompatibilidades subjetivas que han hecho imposible cualquier acuerdo. No parecería fuera de lugar que la Corona, ante esta perspectiva, convocase excepcionalmente a todas las fuerzas políticas constitucionalistas para instarlas a planear vías de acuerdo o -en su caso- de reforma institucional que nos ofrezcan a todos un horizonte practicable de estabilidad y progreso. No podemos seguir como hasta ahora indefinidamente sin que la jefatura del Estado salga al paso de tal decadencia.

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