Felicidad Rodríguez
Para mentes preclaras
No nos queda claro si primero consulta a las bases y luego hace los acuerdos o es al revés
Esto de la política se está convirtiendo en materia ininteligible solo apta para mentes preclaras. Uno creía que una vez que la voluntad del respetable se ha expresado, tras valorar lo prometido en campaña, sus representantes ponen en práctica lo que sale de las urnas. Pero, visto lo visto, parece que la cosa no es tan simple y, o bien, algunos de esos representantes se han hecho un lío al ver los porcentajes de votos que salieron de esas urnas, o es que el lío nos lo hemos hecho nosotros al emitir el voto y ahora se encuentran con el trabajo sobreañadido de reinterpretar el sentir de la ciudadanía. Posiblemente se trate de esto último y, como fuimos incapaces de entender los programas y desentrañar lo que decían entre líneas, ahora tienen que hacer el esfuerzo de explicarnos lo que votamos. Por ejemplo, cuando los ciudadanos de Baleares creían que votaban por el candidato socialista Frances Antich, y su programa, en realidad lo estaban haciendo por otro señor de Ezquerra Republicana de Cataluña y por el suyo; sin duda habría votantes que sabían que votar a Frances Antich no era votar a Frances Antich pero para otros muchos, el sudoku no acaba de convencer y, claro, exige una explicación ajustada a nuestro nivel de entendimiento. La explicación es eso de la cortesía parlamentaria que, al parecer, tiene más valor que el voto emitido a un programa en las urnas. Hoy el Rey termina con la segunda tanda de encuentros para proponer candidato a formar gobierno y Pedro Sánchez ya ha exigido que Mariano Rajoy asuma la responsabilidad de aceptar la oferta. O, lo que es lo mismo, exige que en el hemiciclo se escenifique la pantomima de decir no a más de 7 millones de españoles, a la proporción más alta de votantes, para a continuación volver a otra ronda de conversaciones. O pudiera ser que Sánchez le asegure al Rey que ya tiene socios de gobierno y, en ese caso, él sería el candidato. No nos queda claro si primero consulta a las bases y luego hace los acuerdos o es al revés; debe ser lo segundo por eso de que los tiempos están ajustados, de que el resultado de la consulta no es vinculante y de que Antonio Hernando, que debe pasarse la vida en el metro haciendo consultas, ya le ha asegurado que las bases están por el acuerdo con Podemos. Y si están de acuerdo con Podemos, ha debido deducir que lo están también con la posibilidad de que Interior, Defensa, Justicia… sean materias reservadas para los segundos. Una composición de gobierno anunciada por Iglesias, a modo de moderno Luis XIV, aún antes de cualquier debate de investidura en el Congreso. ¿Para que esperar si l’État c’est moi? Puede que, al final, hasta haya que repetir las elecciones. Decía Meritxell Batet, segunda de Sánchez, que eso no tiene sentido porque en dos meses la gente no iba a cambiar el voto. ¡Que se lo digan a su jefe! Que en ese mismo tiempo ha pasado de no al populismo, a lo mejor al populismo y ahora, como no está seguro, quiere preguntar a las bases por el si o el no al populismo. Puestos en esta tesitura a lo mejor los votantes tienen el mismo derecho a la duda y, si ese es el caso, sería deseable que la explicación detallada de los programas se ajuste a mentes tan limitadas como las nuestras que es que no nos enteramos.