Las papas aliñás de la campaña electoral

Me gusta imaginarme las elecciones como un gigantesco restaurante en el que el cazón, la caballa, quizá el chicharrón y el atún compiten por ser el favorito

Andrés G. Latorre

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Las ratas son las primeras en abandonar el barco y, casi siempre, las últimas que se han subido a él. La debacle electoral del Partido Popular en las elecciones generales ha dejado a la formación como un Titanic que ha pasado de verse en Moncloa ... a tocar la melodía más triste mientras ve cómo entra agua con la misma rapidez que salen los votos. Todo fluye y muestra la rateril costumbre de dejar huérfano al fracaso. Unos culpan a Abascal, otros a las propias encuestas, los hay que a Pablo Casado y los menos a que, en el momento de las elecciones, Júpiter estuviera pasando por la casa de Piscis. No importa el paraguas que se coja, sólo ponerse a salvo del temporal porque, al fin y al cabo, la gacela no necesita ser más rápida que el león mientras corra más que la gacela que tenga al lado.

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