HOJA ROJA

Pan y rosas

Queridos Reyes Magos, lo primero que quiero es pedir perdón por escribiros así, a última hora, deprisa y corriendo

Queridos Reyes Magos, lo primero que quiero es pedir perdón por escribiros así, a última hora, deprisa y corriendo, cuando ya tenéis todos los paquetes envueltos, los camellos preparados y las coronas a punto. Lo reconozco, no son horas estas de ponerse a leer cartas ... ni a cambiar los regalos. Diré en mi descargo que soy de Cádiz, la ciudad donde todo se deja para luego, y en la que cuando llega «luego» siempre es demasiado tarde. Pero no era eso lo que quería contaros, porque si empiezo a hablaros de las cosas tan raras que ocurren en esta ciudad, lo mismo os entran ganas de pasar de largo, o de borrarnos de vuestra hoja de ruta, como le pasa al resto de las administraciones.

En fin, para ir centrando el tema y no retrasaros mucho, os diré que, pase lo que pase, no hagáis mucho caso a la carta de mi alcalde. No hace falta que os repita lo muchísimo que me gusta cómo escribe y eso, pero a veces, con las glorias se le olvidan las memorias –este es un refrán tan útil que seguro que lo podré usar más de una vez en este año- y dice cosas que no termino de entender muy bien. Y si yo, que soy una rendida admiradora de su pluma, y una meona de sus cartas, no las entiendo, imagino que vosotros tampoco, por muy reyes y muy magos que seáis. Mi alcalde tiene corazón de poeta, como cantaba Jeannette –que es una cantante muy empalagosa con serios problemas de dicción-, y le pueden más las formas que el fondo de las cosas. No digo con esto que no preste la atención necesaria al fondo de los asuntos, pero sí que buscando la metáfora perfecta o la rima más hermosa se mete, a veces, en grandes charcos. Y aunque, como él mismo dice, «hay charcos en los que merece la pena seguir metiéndose», lo de la carta no se lo tengáis en cuenta.

Seguro que al leerla no os ha llamado la atención, porque dice, como todos, que se ha portado bien, y tal vez en su caso no sea mera retórica, ni una manera de justificarse ante vosotros. En mayo ganó las elecciones con una mayoría tan amplia que a punto estuvo de rozar la mayoría absoluta; y eso es porque mis vecinas y vecinos confían en él, y porque –al César lo que es del César- no ha hecho nada que nos haga desconfiar. Realmente es que no ha hecho nada, pero bueno, no es eso de lo que estamos hablando. Volviendo a la carta, dice mi alcalde que, como todos los alcaldes, «debemos ser insatisfechos por naturaleza, porque debemos querer más cosas para nuestra gente, para nuestra ciudad, más proyectos…». Esto le honra, ¿veis? no pide nada para él, sino para nosotros y nosotras, sus vecinos y vecinas, y además, os cuenta lo que está haciendo para conseguirlo, porque según él, el equipo de gobierno actual «tiene la mirada ajustada al momento que tiene la ciudad en estos momentos». Sinceramente, no sé lo que quiere decir, pero razón no le falta. Siempre es bueno ajustar la mirada al momento que tiene la ciudad en estos momentos, quién lo pone en duda.

Además, todo lo que pide en su carta es razonable, no se puede decir otra cosa, y ahí sí que os pido que le echéis una mano, que seguro que falta le hace, que falta nos hace. Dice que quiere que se materialicen los proyectos de la EDUSI –quiere y debe, porque el tiempo corre y no precisamente a nuestro favor- en la Barriada, el Cerro del Moro, Puntales y Loreto. También quiere «rematar» –lo dice él- la estrategia de movilidad y que se normalice el uso de las bicicletas y todo eso; la integración puerto ciudad, la disminución de gases CO2 en la ciudad –ese es el juguete estrella de este año, seguro que os lo han pedido mucho- mejorar las instalaciones deportivas, un plan estratégico de turismo, el desarrollo de la avenida de Astilleros, el recinto exterior de la Zona Franca…

Como veis, pide lo que todos podríamos pedir. Ni en eso es original. Todos queremos lo mejor para nuestra ciudad, que anda pachucha y maltrecha y que no sabe muy bien por dónde tirar. Hasta ahí no tengo nada que objetar ni que reprochar a nuestro alcalde.

Ahora bien, si podéis, Majestades, no le hagáis caso a lo último que os pide. Por favor. Sé que os lo dijo porque sonaba bonito y porque así se llama el poema de James Oppenheim «¡Queremos compartir las glorias de la vida: pan y rosas!» que inspiró la huelga de obreras textiles de 1912 –o fue al revés-, en la que se basó la película «Bread and Roses» de Kean Loach.

Ya os dije que mi alcalde tiene el corazón –y no solo- de poeta. Así que, ni caso. Traednos trabajo, vivienda, gente, dignidad y muchas risas. Traednos días largos y noches eternas –yo también sé ponerme un poco poeta. Dejadnos, si lo hemos merecido, negro carbón, o simplemente, no nos dejéis nada. Pero yo no quiero ni pan ni rosas, que el pan se pone duro, y las rosas, al tocarlas, pinchan.

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