LA VOZ DE CÁDIZ
Otro debate de Carnaval
La obsesión del Gobierno local por usar la fiesta para tapar carencias empieza a ser preocupante
Ningún asunto interesa más al equipo de Gobierno local que el Carnaval. La sociedad gaditana contempla con asombro como esa temática acumula un debate tras otro, hasta el punto de acaparar todo el año. Cada tradición o evento cultural o turístico que pierde la capital gaditana pretende ser tapado con una nueva actuación de Carnaval y cada tres meses aparece una nueva discusión sobre la figura de las ninfas, sobre el formato del Concurso del Falla o, ahora, sobre la mejor fecha para celebrar la fiesta en la calle. El conjunto de concejales, dirigentes y asesores de Podemos en Cádiz siempre usa la misma táctica. Anima a colectivos afines a que hagan una propuesta y luego afirma que existe un gran debate en la calle –en realidad, artificial– que reclama algún cambio. Ese cambio siempre coincide (sucedió con las ninfas, con el Patronato y el Concurso del Falla) de forma exacta con la opinión que defiende Podemos. Aún así, el Ayuntamiento alienta a escondidas, fomenta esa opinión y la va elevando mientras se hace pasar por árbitro neutral, se disfraza de juez imparcial y lejano que ningún interés tiene en la disputa. A pesar de esa supuesta neutralidad, crea una discusión en la sociedad que realmente no existía, un problema artificial.
Resulta difícil discutir que el Carnaval es una obsesión para este Gobierno municipal. Quizás por la notable trayectoria como comparsista del alcalde, quizás por contar con notables apoyos en el colectivo de las agrupaciones que concursan, lo cierto es que un mes tras otro, en invierno como en primavera, el Ejecutivo local insiste en parecer un ministerio de Carnaval y modificarlo, en cambiar sus tradiciones, en hacerse con el control de la fiesta mayor. Por simbólica y reconocida que sea, por eco que tenga, por más ingresos que provoque en la hostelería y el turismo, no deja de ser una celebración, ocio, tradición y artesanía. Es decir, dista de ser una prioridad vital de cualquier gestión sensata. Aún así, en tan sólo dos años con el bastón de mando, el Gobierno local ha tratado de hacerse varias veces, con insistencia y perseverancia, con el mando de la organización de la fiesta. Hasta su fecha, históricamente ligada al inicio de la Cuaresma, está ya en cuestión por la obsesión reformista del Ayuntamiento (sólo en este apartado menor). Podemos quiere que sea el Carnaval que ellos quieren aunque siempre presentando su propia voluntad como la de «la gente» o la de «los que hacen la fiesta».
Ver comentarios