El Apunte

Otro año en blanco

El Pleno escenifica otros doce meses de gestos ideológicos sin el menor avance

Si los periódicos tienen cada vez menos público entre los jóvenes, mejor no hablar de las hemerotecas: esos mausoleos de la memoria y la contradicción. Ojalá vuelvan ambos hábitos porque, sobre todo este último, es realmente divertido. Resulta casi imposible hojear, y ojear, una noticia con ocho, diez o veinte meses sin esbozar una sonrisa. Se contemplan proyectos que se anunciaron con fanfarrias y se han quedado en fanfarronadas. Ideas brillantes que nunca superaron esa condición y declaraciones que sus dueños tendrían que tragarse con algo de pan. Cuando acaban los años, esa tentación del balance y la revisión crece. Estos doce meses comenzaron en Cádiz con la aparatosa visita de la presidenta de la Junta que anunciaba el desbloqueo de los mil atrasos de la administración regional en la capital gaditana.

Ese todo, claro, ha quedado en otra nada. Sería mal negocio colectivo echar todas las culpas a unos metros, o kilómetros, más alla. A Sevilla, por ejemplo. El Ayuntamiento de Cádiz tampoco se ha movido de donde estaba. Ha vivido otros doce meses de parálisis escenificada en el Pleno de ayer. Sus trifulcas ideológicas y menores –como la de ayer con la Fundación de la Mujer– chocan contra su propia minoría y más allá de esos gestos ampulosos no hay más. Cada vez queda más lejos aquel día en el que el número uno de la lista gaditana de Podemos, José María González, se reunió por unas horas con su homólogo en la candidatura socialista, Fran González. Fue en junio de 2015. González y González dijeron salir con un acuerdo de investidura. Se supone que habían cerrado un pacto para tener una mínima base de colaboración que permitiera a unos gobernar –al menos, sin el rechazo– de los otros. Dos años y medio después, ambos partidos están en el mismo sitio. Cinco de arena y una de cal dan los socialistas a un Gobierno local que no tiene otro material, tampoco materia gris, para construir nada. Ambas partes dicen buscar siempre el acuerdo y demuestran desconfiar de la otra. Ambas partes se declaran decepcionadas mientras le dan vueltas, una y otra vez, a un presupuesto que nunca llega y siempre se retrasa. Como si el tiempo se hubiera congelado. Han pasado otros doce meses. Es otro año perdido para una ciudad con muchas urgencias. El alcalde siempre tiene un culpable fuera de su despacho al que señalar. Entre unos y otros, la ciudad sin barrer, la gestión paralizada.

Otro año en blanco

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