OPINIÓN

La otra moción

Se votó y todo cambió. Celia Villalobos lo había crucificado tildándolo de la extrema derecha

Fernando Sicre

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Se votó y todo cambió. Celia Villalobos lo había crucificado tildándolo de la extrema derecha. Ésta es como un editorial de El País. Brama por su boca en forma de panegírico invertido. El centro y la derecha han votado. Sí, lo repito, el centro y la derecha, porque el PSOE decidió libre y voluntariamente escorarse a la izquierda, por eso de la superioridad moral y competir con los antisistema de PODEMOS ese espacio. Las vueltas a las políticas liberales son ahora posible y espero que C’S y PP compitan por ellas. El espacio político disponible para ambos partidos pasa por conciliar el Derecho, el Orden y la Justicia, con los espacios de Libertad y Tolerancia, pasando por el concepto de Liberación de los prejuicios imbuidos en la política española, que se resumen de la siguiente manera: el que no es de izquierda es un facha y ser de izquierda es la aspiración de todo de ser bueno y bondadoso. Un discurso quebrado con el derrumbe del Muro en 1989 y la caída en desgracia de las opciones socialdemócratas dejadas fuera de juego con las políticas realistas exigidas con la Globalización.

La izquierda en general y la española en particular tiene miedo y pavor a la libertad. A la libertad del individuo y a la limitación del Estado que lo aliena. El respeto al derecho es la base de las comunidades más avanzadas. Sin Ley no hay libertad. La cuestión es ¿cuánta libertad debe el derecho reconocer al individuo y en que materias? El derecho aparece como el instrumento a través del cual se mantiene el orden. Pero al unísono el derecho debe asegurar que se haga justicia. El imperio de la Ley es un principio constitucional respetado con absoluta devoción en los Estado democráticos liberales. Lo que significa que la Ley debe imperar, proporcionando el marco de actuación de los ciudadanos. Nadie lo puede traspasar, ni los ciudadanos, ni los poderes públicos. Cuando leo, escucho y veo la actitud de la izquierda española, no puedo dejar de pensar en la primera intervención de Pablo Iglesias el fundador del PSOE en 1910, cuando dijo que su partido lucharía «en la legalidad mientras pueda y saldrá de ella cuando deba”, añadiendo que “para evitar que Maura suba al poder debe llegarse hasta el atentado personal». Los diputados conservadores protestaron, y el presidente del Congreso, Romanones, pidió al socialista que retirara las palabras, cosa que no hizo. De ahí que Unamuno dijera a colación «es el suyo un socialismo de exclusión, de envidia y de guerra, y no de inclusión, de amor y de paz». Efectivamente, lo que vemos ahora evoca y confirma el pasado más oscuro de la izquierda española. Pero, sigo con mi relato. Los liberales han considerado el derecho no como una restricción del individuo, sino como una garantía esencial de su libertad. Sin la protección de la Ley, cada persona está constantemente bajo la amenaza de cualquier otro miembro de la sociedad. En el debate político, la izquierda ha considerado que el derecho no es una salvaguardia de los derechos de libertad individual. Sino un medio para asegurar los derechos de propiedad y de protección del sistema capitalista.

La dogmática política, la ideología debe impregnar el relato que describa una opción. La democracia liberal, basada en la libertad del individuo en toda su dimensión, política y económica y el imperio de la Ley, debe significar el punto de inicio y de encuentro en el centro derecha español. La libertad individual es la base del autodesarrollo moral. El ciudadano debe disponer del control soberano de su propia vida.

La decisión adoptada el sábado mayoritariamente, indica que los complejos y las indecisiones en política son malos compañeros para alcanzar el éxito. No ser exigente contra la corrupción propia es un lastre, además de despreciar la ley. El pretendido intento de diálogo con los golpistas catalanes, más de lo mismo. No ser exigente en el cumplimiento de la Ley lo resume todo: inejecuciones de sentencias en Cataluña en materia lingüísticas, reiteradas violaciones del déficit público, otorgar prebendas al enemigo para conformar mayorías parlamentarias, ceder en los compromisos de sostenibilidad del sistema de pensiones…En fin, esta segunda moción así lo ha querido, siempre tuve la seguridad del desenlace desde que te insultó la mujer de Arriola y desde que tu oponente tenía el respaldo del inefable ZP. Suerte Pablo y suerte Albert, porque vuestra suerte es la de todos nosotros.

La otra moción

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