OPINIÓN

Otra vez a la cola

En nuestro país las medidas fiscales de ayuda a la familia sólo benefician a las clases media y alta

Como en tantas cosas, en esta también, reconozco mi desconocimiento. El término ‘humorista gráfico’. ¿Siempre es humor?, ¿nunca deja de ser gráfico?. Mingote, Forges, Peridis, Quino, Gila. Una simple viñeta, dos bocadillos a lo sumo, y unos extraños personajes, sirven para sentenciar todo lo que ... se pone a tiro. Ese sentido del humor cáustico vale, sin acritud, para desnudar sentimientos, instintos, actitudes, incluso a la vida misma. Algunos pueden ser tildados de auténticos filósofos en diez palabras. Es el caso de ‘El Roto’. El pasado fin de semana sentenció aquello que, no por ser obvio, no deja de ser raro que se plasme de forma tan contundente. «Sin niños no hay futuro, y sin futuro no hay niños» .

Qué somos un país de medio pelo, no cabe lugar a duda. Nos pudimos ilusionar con que la riqueza nos venía a raudales, que nuestra economía crecía por encima de la media, pero todo eran puros espejismos. Hay que saber de antemano cual era nuestra situación de partida, muy atrás con respecto a países de nuestro entorno.

Los datos de la ayudas estatales en nuestro país a las familias pobres con hijos son de pura vergüenza. Una familia en situación de pobreza con un hijo de seis años puede recibir del orden de ocho veces más en Alemania (2328 euros) que en España (291 euros) . El lujo solidario con los pequeños pobres queda para Luxemburgo (3535 euros). De los 28 de la UE sólo son más cicateros que nosostros con el futuro de su infancia los polacos, los búlgaros, los letones y los checos.

La prestación por hijo a cargo nació en España en 1990. Se trata de una ayuda económica para familias con hijos en situación de vulnerabilidad, bien porque se acredite una discapacidad o porque su nivel de ingresos sea bajo, independientemente del número de progenitores, aunque el umbral si varía con el número de hijos a cargo. En España, según el INE, el 28,3% de los menores están en situación de exclusión social , sólo nos superan Rumanía y Bulgaria. Se trata de más de dos millones de niños y niñas que viven en hogares con renta inferior al 60% de la media, con lo que ello supone de privaciones en lo básico, en lo cotidiano, en lo de llevarse a la boca y en lo de llenar la mente y el espíritu. En Hispanoamérica está muy estudiada la relación entre las privaciones en la infancia y la adolescencia y el coeficiente intelectual que se tiene de adulto. No sólo es cuestión de nutrirse adecuadamente, es poder desarrollarse plenamente como persona.

En nuestro país todas las medidas fiscales de ayuda a la familia sólo benefician a las clases media y alta , que son las que realizan declaración de la renta. Las familias pobres contribuyen a las arcas públicas a través de los impuestos indirectos, los más injustos y menos redistribuidores de riqueza.

Bueno, puede que ahora sea el momento con la recientemente creada Dirección General de Infancia y Familias. Ojalá una de sus prioridades sea la de sacarnos del furgón de cola de la ayudas a las familias pobres.

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