EL APUNTE

Lo opuesto a la transparencia

La promesa de «paredes de cristal» queda en esto: pedir que una información no salga a la luz pública

Las campañas electorales son esas semanas de muchas palabras, de frases rimbobantes, y de ningún hecho. Dentro de unos meses se aproxima otra, la que corresponde a las municipales de 2019. Pero en la anterior, hace ahora justo tres años, el alcalde de Cádiz no se cansó de repetir distintos eslóganes, frases bien preparadas e incluso ensayadas, que la práctica ha dejado en el terreno al que pertenecen: la teoría. La práctica es bien distinta porque clamaba José María González Santos por remunicipalizar empresas tan grandes como las de autobuses o la de limpieza y hasta la fecha, todo ha quedado en unos modestos servicios de playas. Algo similar puede decirse de los desahucios y de una supuesta existencia de hambre infantil. A esos graves problemas, existentes en idéntico grado entonces y ahora, se han aplicado las mismas medidas que ya estaban en marcha por parte de distintas administraciones, entre ellas el Ayuntamiento.

Pero uno de sus estribillos electorales, de sus frases recurrentes, fue la de traer «la transparencia» al Ayuntamiento. En su relato de la situación, la gran casa de la plaza de San Juan de Dios era un lugar oscuro y opaco, vedado a los ojos de los ciudadanos, siniestro y malvado. Se propuso, eso decía, convertir los muros del Ayuntamiento «en paredes de cristal» para que los vecinos pudieran acceder a cada dato, para que estuvieran enterados en tiempo real de cada negociación, proceso y gestión. Eran los tiempos en los que se decía que cada decisión sería precedida de una asamblea ciudadana en las plazas. Nunca se supo de ellas, claro.

Ahora, tres años más tarde, lo que sale a la luz es un documento en el que el número dos de la administración local, David Navarro, niega información a un consejero de una empresa municipal (la de aparcamientos) y además se permite recordarle que «no sería conveniente» que esa información llegara a ser pública a través de los medios de comunicación. En eso ha quedado el cristal, en un velo tupido para ocultar medidas y proyectos, ideas y propósitos. Está claro que el Ayuntamiento participativo y abierto a todos ha quedado en ocultación y en lo que conviene que se sepa –filtrado con la versión que más conviene al equipo de Gobierno– y lo que conviene que no se sepa –que puede esperar en cajones y reuniones de dirigentes municipales o altos funcionarios–. Es decir, ha quedado en lo contrario a la transparencia.

Lo opuesto a la transparencia

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