Enrique Montiel de Arnáiz

Que les den perdices

Erase una vez un alcalde de cabellos ensortijados, zarcillo pirata y sonrisa desordenada, que tornó megáfono por bastón y se sintió extraño, quizás abrumado, ante el tacto de una chaqueta de Eutimio

Enrique Montiel de Arnáiz

Erase una vez un alcalde de cabellos ensortijados, zarcillo pirata y sonrisa desordenada, que tornó megáfono por bastón y se sintió extraño, quizás abrumado, ante el tacto de una chaqueta de Eutimio. De ser un mero comparsa –guiño, guiño– de su pareja, pasó a primera línea, o sea, se travistió en líder. Cargado de buenas intenciones hubo de variar su hoja de ruta pues la vanguardia duele y quema, sobre todos a los recién iniciados. Con salero y buena voluntad el Valentino Rossi de la Viña buscó apoyo en un hombre circunspecto que había perdido unas primarias en otro partido. No era mal tío, conocía la casa por dentro y su trato denotaba inteligencia: como agente de la autoridad Jedi sabía del uso proporcionado de la Fuerza.

De lo que no sabemos si sabe es de números aunque se le presume como el valor en el ejército, pues nombrado está Delegado de Hacienda. Los números se retuercen con facilidad pero más nos retorcemos algunos al tener la desdicha de no ser interventores municipales y poder escuchar al alcalde y al delegado defender que se ha reducido la deuda del municipio en diez millones de euros y luego al concejal socialista contestando que sólo uno y luego al delegado diciendo que Pedro Sánchez se hunde y luego al concejal opositor que si Podemos miente al cuadrado. ¿A quién creer? Sólo tengo claras dos cosas en este debate absurdo: que la escandalosa deuda procedía del gobierno del Partido Popular y que no soy el único al que le bailan los números aunque, eso sí, al menos no soy delegado de hacienda ni se me han pre-querellado por decir que el equipo de Teófila Martínez gastó 4,2 millones de euros en autobombo, digo en publicidad.

Fran González ha ‘obligado’ a gobernar a aquéllos cuyas expectativas no excedían de la protesta plenaria, de una oposición cruda y michininesca. Gobernar no es fácil y menos sin conocimiento suficiente ni experiencia, en triste minoría, y encima desasistidos por especialistas de chichinabo, licenciados horroris causa en la Universidad de Barrio Sésamo. Que llegue pronto el 20-D y que sea lo que Trotsky quiera. Y que les den perdices.

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