Opinión
Odio, violencia y mentiras
¿Qué hacer con Cataluña? Hay que restaurar el Estado de derecho y el imperio de la Ley
Sánchez y el resto de los miembros de la ejecutiva que seguían con él, decidieron llamar a votar en una urna que estaba detrás de un panel. Para los críticos se trataba de una maniobra poco clara y ajena al deseo de una mayoría de ... votar a mano alzada.
Estaban dando un pucherazo, rememorando conductas y actitudes, bien conocidas por el PSOE de los años del Frente Popular. Corrían los días de mayo de 2016. Un año después, Javier Fernández, presidente de Asturias y de la gestora del PSOE, confesaba tener «la sensación, casi la certeza» de que el compromiso adquirido por el PSOE en su último Congreso, para promover una reforma constitucional federal, que perfeccionase el carácter «plurinacional» del Estado, ha «quedado un poco arrumbado». Interpretaba Fernández que la reforma constitucional que defendía entonces el hoy ínclito Presidente en funciones, emanaba de las conclusiones del Congreso de Granada, pretendiendo el carácter plurinacional del Estado, a modo y semejanza de la propia organización del partido. Sin embargo, Fernández había manifestado al respecto que en Granada no se incluyó el concepto «plurinacional» con la clara intención de no entregar palabras simbólicas a los nacionalistas. Siguió diciendo el presidente de la Gestora y presidente de Asturias entonces, que le preocupaba que se hablase de España como Estado plurinacional, porque eso implicaba estar formado por naciones y, en consecuencia, nos alejaríamos del federalismo, para inmiscuirnos de lleno en la confederación.
Efectivamente, las negociaciones de «Cun fraude» con los separatistas catalanes, incluido el PSC por supuesto en el lote, nos llevarán, salvo que descarrile la negociación a la confederación. No existen ejemplos de confederaciones existentes en la actualidad. Todas sucumbieron, por mor de los nacionalismos: el imperio austrohúngaro, Yugoslavia, la URSS… Tampoco lo es Suiza, llamada Confederación Helvética. El sistema político suizo se configura como un Estado plurinacional y multilingüe. Hoy es definido como un sistema federal, que ha ido construyéndose desde la antigua Confederación Helvética del medievo hasta el Estado federal moderno en el año 1848. El hecho religioso ha sido determinante en la construcción cultural y política del país, centro de la reforma protestante en el siglo XVI. La formación del sistema político suizo comienza pues con la Confederación de cantones y ciudades, que irán uniéndose a lo largo del tiempo, y que culmina con la proclamación de un modelo federal en 1848. Son razones histórica-sentimentales, las que hacen el que el nombre oficial de Suiza, como Confederación Helvética sea proclive a la confusión, ya que realmente Suiza, desde la Constitución dada en 1848, consagró para siempre a Suiza, como Estado Federal, a imitación del modelo político de los EE UU.
Así es que cuidado con las palabras. Lo decía un socialista cabal, español y patriota, el Presidente de la Gestora del PSOE durante el «interregno» de las dos eras del doctor plagio. Hoy, la cabra del alto Llobregat, mal de San Vito incluido, el socialista Iceta, nos lleva hacia el abismo a todos, incluido a su valedor el Presidente en funciones, al que tiene agarrado por sus partes nobles, sin intención de soltarlas. Esos bailes y contorsiones a los que nos acostumbra, típico de las cabras circenses, han terminado por arrodillar al PSOE. La ponencia marco del 14º Congreso del PSC, reivindica la condición nacional de Cataluña. Es una forma de contentar a una parte del todo, por la vía de la semántica. Pero, esto conlleva riesgos de capital importancia. La nación en sentido jurídico-político, la nación dotada del poder soberano y del poder constituyente, y la que conforma el Estado-Nación, sólo es atribuible a la nación española, a España. El hecho constitucional consistente en la conformación de España, integrada de regiones y nacionalidades, redunda en la consideración de España formada en su diversidad, como conjunto de «naciones» culturales o lo que es lo mismos, pueblos con diferentes rasgos culturales, fruto de la conformación histórica de España. Regiones son territorios de la geografía española, en los que se asientan pueblos con rasgos culturales variados, más acentuados en algunos que en otros. Las nacionalidades, son entes territoriales que, por disponer de un estatuto de autonomía en la época republicana, así fueron consideradas. O sea, pueblos a los que se otorgó cierto grado de autogobierno y nada más. Hoy, la Constitución reconoce el derecho a la autonomía de los territorios que conforman España. Por lo tanto, intentar la diferencia, considerando el tiempo primigenio en el que se otorgaron los estatutos de autogobierno, es una mera reliquia del pasado, ya que todos los territorios disponen de ello.
¿Qué hacer entonces con Cataluña? Hay que restaurar el Estado de derecho y el imperio de la Ley. O sea, la democracia. Es imposible con el marco legal español, la independencia de Cataluña. También lo es cualquier cosa que modifica la condición de la nación española, constituida por todos los españoles, como sujeto constituyente y detentador de todo el poder. Se recurre por los independentistas a la situación canadiense de Quebec y se apela a la existencia de la Ley de Claridad, que determina el régimen jurídico procedimental, para una eventual separación de la provincia separatista canadiense. En España tenemos la Constitución y simplemente es imposible dicho proceso, salvo su reforma. No sólo es imposible, además la tarjeta de presentación allende al nordeste del Ebro, es un compendio de odio, violencia y mentiras. Sólo eso y el PSOE, coadyuvante necesario en todo ello.