Fernando Sicre Gilabert
O rectifican o rectifico
La experiencia es un grado y a lo imposible no se está obligado. Con 30 años poca experiencia se le puede exigir a nadie
No es lo mismo una gamba que hacer el gamba. Y mucho menos una gamba blanca de Huelva que Albert Rivera. Hace tiempo que habló de la necesidad de la regeneración generacional de la política española. En síntesis proponía la jubilación política de los mayores de 40 años entonces en activo. Yo me imagino a Andrea Levy descolocada, apoyada sobre el atril como el día del debate, haciendo gala de la incoherencia y el sectarismo, alcanzando brotes auténticamente irracionales. A Rita Maestre con los pechos al aire y desdiciéndose permanentemente porque su discurso simplemente no existe.
Pedro Sánchez ya rebasó la edad y a diferencia de los buenos vinos, el transcurso del tiempo lo asemeja a una manzanilla de Sanlúcar abierta hace cinco años, remontada en olor, sabor y textura. Y Albert Rivera que no se aclara, porque el pacto del PSOE con CDC para tener grupo en el Senado, solo se diferencia del habido con el PP ahora para el Congreso, en que CDC no existe, habiendo sido reemplazado por Partit Demòcrata Català. Pero no es cuestión de edad, todo lo contrario. Aristóteles exigía 50 años para ostentar los más altos cargos de la Ciudad. El prestar un servicio a la comunidad en las más altas magistraturas, exige sabiduría, prudencia y determinación. Sólo la edad reúnen en una misma personas esos atributos. La experiencia es un grado y a lo imposible no se está obligado. Con 30 años poca experiencia se le puede exigir a nadie.
De ahí la importancia del manifiesto firmado por hombres de Estado y hombres con capacidades profesionales e intelectuales contrastadas, implorando la necesidad de formar gobierno de manera urgente. Y lo hacen con un mandato claro: para impulsar la economía en el marco de la UE, corregir las desigualdades y reformar la Constitución, para mejorar la articulación territorial. Además siguen diciendo en el «manifiesto» que es «necesario investir un gobierno que cuente con el respaldo parlamentario, para impulsar la estabilidad económica en el marco de nuestros compromisos europeos». Lo que es contradictorio con firmar cualquier cosa con Unidos Podemos y los separatistas catalanes. Los primeros quieren romper el euro y la UE. Los segundos quieren romper España y darnos por la baticola al resto de españoles. Por lo tanto la prudencia, la racionalidad y la coherencia me dicen que el pacto solo es posible entre el PP, PSOE y C´s. Además, intentando sacar alguna conclusión positiva del nuevo marco político español, donde el bipartidismo ha dejado paso a otras opciones plurales, pensé que la condición de bisagra ya no la tenían los separatistas. Craso error. Los españoles seguimos siendo los mismos imbéciles de siempre. Y todo porque nuestros representantes políticos abanderan y se colocan por méritos propios, en el primer lugar del ranking ideado por C. Cipolla, sobre la estupidez humana.
Es mucho más que una ofensa al Estado, una injuria en toda regla, que los que tienen como única finalidad la destrucción de España, participen en la toma de decisiones institucionales del máximo nivel, como es la elección de la Presidenta del Congreso y quien sabe sí en investidura del Presidente del gobierno. En tanto que no bajen del monte, acepten y respeten la legalidad constitucional, deberán ser apartados de cualquier acto de relevancia política institucional. A quien pretende la destrucción de España, ni agua. Pero la condición de listillos, que no inteligentes que tienen los políticos españoles, cualesquiera que sean sus siglas, hacen que les saquen rendimientos a sus actos. Más que mercaderes o comerciantes, yo los llamaría trileros: grupo parlamentario, tres millones de euros, retirar los cargos de malversación por la Fiscalía…sabrá Dios que más. O se rectifica y aún no es tarde…o yo lo hago.