La Voz - El apunte

Nuevos actores para la misma pelea

El enfrentamiento entre la Junta y el Ayuntamiento de Cádiz sigue ahora con Podemos

La relación entre el Ayuntamiento de Cádiz y la Junta de Andalucía ha sido un romance de amor y odio que dura ya más de veinte años. El color político ha definido, en cierto modo, este noviazgo entre administraciones públicas que, pese a todo, están obligadas a entenderse. El Gobierno regional, en manos del PSOE, ha mantenido sus diferencias con el consistorio gaditano desde que Teófila Martínez, del PP, asumió el poder en 1995 y acabó con la hegemonía socialista de Carlos Díaz. Desde entonces, ha sido muy difícil, más bien imposible, mantener una relación de cordialidad para poder sacar adelante los principales proyectos de ciudad que implican la unida de acción entre ambas administraciones. Los gobiernos de Manuel Chaves, primero, y de José Antonio Griñán, después, mantuvieron en jaque a Teófila Martínez durante su mandato. Solo la celebración del Bicentenario de la Constitución de 1812 logró un acercamiento puntual que se diluyó tras la culminación de los actos del Doce. En el curriculum de proyectos fallidos se encuentra el futuro de la residencia Tiempo Libre, el nuevo hospital, la rehabilitación integral del Castillo de San Sebastián, la reforma del Castillo de Santa Catalina, la ciudad de la Justicia y el retraso que acumula la obra del Teatro Romano, entre otros. El tiempo pasa y los gestores políticos cambian, sin embargo, el problema de fondo se mantiene sin una solución a corto plazo. Las diferencias entre la Administración regional y la local siguen vivas debido al color político de sus gestores, es decir, la pelea se mantiene pero con distintos actores. La falta de acuerdo es ahora con los responsables municipales de Podemos y el mejor ejemplo de esta falta de unidad entre administraciones lo encontramos en la imposibilidad de abrir una estación de autobuses que lleva varios meses acabada. La Junta y el Ayuntamiento de Cádiz no se ponen de acuerdo para definir quién o quiénes tienen que explotar las instalaciones y, mientras tanto, es la ciudad la que sufre las consecuencias de sus desavenencias. La crispación ahora ha subido de tono. No hay , por ahora, posibilidad de acuerdo.

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