No sucumbir otra vez a la tentación de la histeria
Las imágenes en las gasolineras recuerdan en exceso a las que vimos en los primeros momentos de la epidemia del Covid y demuestran que no hemos aprendido nada
En los últimos días, los precios de la gasolina ha experimentado una continuada subida. Cabría esperar por eso que las estaciones de servicio estuvieran prácticamente vacías. Sin embargo, ha sucedido todo lo contrario y en muchas de las gasolineras se pueden ver larguísimas colas de ... vehículos esperando para repostar. La explicación no hay que buscarla en una prudencia ante que los precios sigan subiendo –algo que no se ha descartado–, sino en el hecho de que están circulando bulos que alertan de que va a haber escasez en los próximos días. Algo que, como insistimos en la información de este periódico, es totalmente falso. Los responsables de la distribución del combustible en la provincia han asegurado que el suministro está más que garantizado en la provincia.
Además, el miedo a ese supuesto desabastecimiento ha provocado que en algunos supermercados hayan vuelto a verse estantes vacíos. Parece que no hemos aprendido absolutamente nada de la pandemia del coronavirus y, una vez más, hacemos acopio de alimentos «por lo que pudiera pasar». Se trata de un acto de irresponsabilidad que lo único que logra es dificultar la compra al resto de ciudadanos y provocar problemas de logística en una época difícil.
De nuevo hay que pedir prudencia a los ciudadanos, ya que no hay enemigo más poderoso que el propio miedo. En estos momentos, nuestra preocupación debe ser ayudar a los ucranianos y socorrerlos en lo posible, no centrarnos en unos problemas de abastecimiento que no tienen por qué llegar hasta nuestra provincia.
Ya lo aprendimos en aquel lejano marzo de 2020, del que cumplimos justo dos años. Cuando la población se deja llevar por el miedo, por la histeria y sólo atiende a las noticias maliciosas que circulan por las redes sociales, nada puede salir bien. De nuevo hay que hacer un llamamiento a la calma y a la responsabilidad individual para poder sortear mejor estos duros tiempos que están viniendo y los que están por venir. Que la lógica preocupación por todos los acontecimientos recientes no nos nuble el juicio a la hora de entender cómo debemos comportarnos como ciudadanos.
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