¿Por qué no seguir soñando?

Se acercan los Juegos Olímpicos e inevitablemente me vienen a la cabeza momentos vividos por esas fechas, durante la cita y en las semanas antes de partir hacia la competición. En mi caso fue hacia Pekín y, aunque mi familia me enseñó a vivir con los pies en el suelo, por esa época vivía en una nube. Atrás quedaba todo el esfuerzo realizado para lograr un sueño, incluida la pesadilla que vivimos en el Preolímpico de Azerbaiyán cuando nos acusaron injustamente de dopaje.

Por aquel entonces ya estaba en la lista y tocaba vivir un gran acontecimiento. Claro que se seguía entrenando, pero sin la presión que tienes antes de estar seleccionada. La presión era competir al máximo nivel para conseguir algo grande. Y a partir de ahí, ya inmersa en la lista, tocaban las llamadas telefónicas de esas personas que quieren saber más de ti. Esos cargos políticos que quieren vacilar de compatriota como si hubieran seguido toda tu carrera deportiva sin saber la mitad del sufrimiento y esfuerzo realizado para conseguir el tan ansiado sueño. También era el momento de conocer a los Reyes de España, al Presidente del Gobierno. Protocolo en toda regla.

Al final, lo que ponía la piel de gallina era cuando te daban la bolsa con la ropa de las Olimpiadas. Todas abríamos las bolsas y nos probábamos la ropa como si fuera el Día de Reyes. No menos emocionante era conocer a ídolos que pensabas que jamás ibas a ver en persona. Vivencias que ahora le toca el turno a mis compañeras de hockey y a todos los deportistas que han luchado durante años y nunca renunciaron a sus sueños. También a ti, ‘Gutierresss’.

Disfrutad del momento, disfrutad del sueño que acabáis de hacer realidad. Y cuando aterricéis de las nubes, competid al máximo para lograr una medalla olímpica. Porque se puede seguir soñando y hacernos vibrar desde el salón de casa. Al otro lado del charco os apoyaremos.

¡Mucha suerte, OLÍMPICOS!