La Voz - El Apunte
Que no se acabe la fiesta del motor
ElGran Premio de España cuenta con la mejor afición del mundo y es un revulsivo que hay que aprovechar seduciendo al motero y ofreciéndole cosas nuevas
Ya es una obligación, una necesidad sin discusión exprimir todos los recursos turísticos con los que cuenta la provincia. Es el sector económico más robusto al que se tiene que agarrar una dañada economía gaditana. Ningún otro mueve más dinero, más productos y más empleo. Los ciudadanos hace tiempo que lo saben y por ello hay que mantener ese espíritu, esa fe, la idea positiva de que Cádiz tiene mucho que dar y que ofrecer y no intentar enturbiar con comentarios negativos cualquier iniciativa y evento que suponga un revulsivo. Ocurre durante el Gran Premio de España de Motociclismo, una cita con la que soñaría cualquier lugar del mundo. Un campeonato que, dicen, cuenta con los aficionados más fieles, más pasionales y que son capaces de ahorrar todo el año para no perderse esta aventura y vivirla por todo lo alto. Por eso, no hay que caer en la desmotivación, en la antipropaganda, en ser nuestros peores enemigos y decir insistentemente que la fiesta ya no es lo que era. Ayer, los datos ofrecidos por la Junta hablaban de unos altísimos níveles de ocupación en el Circuito, y, por la tarde y la noche, el centro de Jerez y El Puerto se llenaban de moteros. Quizá no sea la locura de los 90, cierto, pero sigue generando riqueza y, además, ahora se reparte más.
Localidades como Chipiona, Sanlúcar,Chiclana o Rota también se han sumado a esta fiesta del motor. Pero es verdad que no hay que acomodarse, no hay que ofrecer siempre lo mismo. Como cualquier turista, el motero disfruta cuando se le ofrecen cosas nuevas, atractivos con los que divertirse. En El Puerto por ejemplo, donde hay que recordar que dos sentencias ganadas en su día al Ayuntamiento por motivos de ruido hacen más difíciles las posibilidades, habrá que tirar de alternativas e intentar volver a seducir a un público que se tenía más que ganado. No hay que perderlo. Tampoco es que queden muchas más opciones.