El ring de la supervivencia

Que nos perdamos la alegría en las calles

Mientras el ruido grave y atronador de los disparos de bolas hacía que los chavales se agolparan en las ventanas de las aulas, un helicóptero sobrevolaba el techo del instituto. Una multitud corría y gritaba, pegados a la verja que delimita nuestras pistas deportivas, en ... medio de una lluvia piedras y bolazos de ida y vuelta. El humo y los gritos se mezclaban con la incredulidad del alumnado que nunca se había visto en otra igual, salvo en los videojuegos. La escena era impactante y seguramente quedará grabada en la memoria de los chavales, que no daban crédito a semejante batalla campal a dos palmos de su patio de recreo, donde instantes antes, los únicos golpes eran al balón.

Es un fracaso de todas las partes. Mal la patronal, con escasa altura de miras ante un sector tan castigado y siempre a la intemperie, que reclama el pan de cada día con la firma de un convenio justo y sensato. Mal las pedradas, y mal también los bolazos, mal los que jalean irresponsablemente, y mal los que acrecientan el odio desde los púlpitos de sus cargos. Todo esto podría haberse evitado. La vacuna contra esta enfermedad está al alcance de todos, y no requiere cita previa: Se trata de una gran dosis de ética y empatía, de la que adolecen muchos de los que manejan los hilos y gestionan las patronales. Asistimos a una falta de ética de quienes gobiernan los mercados y han convertido a las personas en piezas de un puzle de intereses creados, donde se repite la misma historia de explotación hasta la saciedad. Una carencia de ética social que se reparte en todos los estamentos, en menor y mayor grado, y qué en los conflictos, emerge para imponer la indecencia y la falta de escrúpulos.

A pesar de todo, lo vivido es una oportunidad educativa, sin duda. Si algo deben aprender nuestros adolescentes, es que todo esto es lo que no debe ocurrir. Todo esto es lo indeseable y lo que no debe ser el tipo de sociedad que queremos construir, en la que los conflictos se resuelven con el concurso de bolazos y pedradas, y en la que unos pocos empresarios venden su alma al diablo por sumar más ganancias y enriquecerse a costa de muchos trabajadores en la cuerda floja, viviendo al límite.

En estos días de huelgas de estudiantes, se abre una oportunidad para educar en el ejercicio de un derecho tantas veces utilizado sin conciencia social ni compromiso. Muchas huelgas terminan siendo jornadas de “play station”, vacías de contenido. Si no educamos al alumnado en la madurez y en la responsabilidad, serán utilizados por otros, que de uno u otro signo, los manejarán a su antojo. Es necesario que los centros educativos concreten procesos que enriquezcan la cultura democrática, regulen los pasos para que el alumnado pueda decidir la inasistencia a clases con sentido, y con respeto a quienes no quieran ejercer ese derecho. Es necesario cultivar la autonomía y responsabilidad para que no sean un rebaño manso sin criterio propio.

El reciente acuerdo supone un alivio a muchas familias y la válvula de escape a una tensión social que ha generado muchos niveles de presión en familias y barrios, que han vivido estos días con una preocupación e incertidumbre grandes. Mañana, puede que el que lanzaba bolas y el que tiraba piedras, vayan juntos al ensayo del coro o de la chirigota, porque todo lo que pasó en el asfalto quedará en el asfalto, porque por encima de todo, aunque nos manden al ring de la supervivencia, y nos pongan contra la espada y la pared, somos buenos vecinos y mejores paisanos. Que nos perdamos la alegría en las calles. Cádiz resiste.

Artículo solo para registrados

Lee gratis el contenido completo

Regístrate

Ver comentarios