Nico Montero
El reto de ser padre
Sin padres que ejerzan de padres, no habrá hijos que se hayan sentido hijos
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Hoy celebramos a San José , ese gran desconocido, tan pocas veces nombrado en las escrituras y para muchos relegado a ocupar un discreto papel secundario de padre putativo. La figura de San José ha ido creciendo en presencia y en relevancia, tanto en ... los estudios sobre su figura como en la devoción, poniéndose en valor su importancia transcendental en el proyecto vital de la familia de Nazaret. Más allá de las campañas comerciales que quieren hacer caja con esta conmemoración, la fiesta de San José es una oportunidad para poner en valor la figura de los padres, y recordar la compleja tarea de los que tenemos esa responsabilidad. Un reto siempre inacabado para el que nunca se está del todo preparado.
En una sociedad que apuesta por la formación como elemento troncal para adquirir las competencias necesarias y dar respuesta a los retos cotidianos, ser padre no requiere más formación que la propia experiencia de haber sido hijo de alguien. En estos tiempos donde hay cursos y ofertas formativas para todo: cursos de inglés, de cocina, de Pilates, de Yoga, de Surf, de costura, de pintura, de robótica y hasta de danza del vientre, lo de aprender a ser padre no merece atención. Los centros educativos y las universidades enseñan todo tipo de conocimientos, algunos más útiles que otros, pero en ningún caso hay una materia que profundice en las competencias necesarias para ser padre. Y cuando en un colegio se organiza una escuela de padres, van tres gatos, porque para eso nunca hay tiempo. No quiere decir esto, que por ello, no haya padres maravillosos. Los hay a raudales, entre otras cosas, porque cuando alguien es buena persona, también lo es con los hijos. Pero a veces, no basta con la bondad paternal para desarrollar una labor de acompañamiento tan compleja y con tantas coordenadas cambiantes.
Es como si se percibiera la paternidad como transferido genéticamente, como si hubiéramos asumido que nacemos con esa cualidad intrínseca, y lo único cierto al respecto, es que salvo anomalías, nacemos con la capacidad de reproducirnos, y poco más, la capacidad de ser progenitores, que no es lo mismo que ser padre. Y no es nada fácil esto de ser padre. No hay recetas fijas, y los niños no nacen con un libro de instrucciones. Hay tantos manuales como hijos, porque cada uno es cada uno, y cada padre, un mundo. Supongo que cada cual intenta hacerlo lo mejor posible, evitando caer en los errores que se pudieron cometer con uno, y poniendo en juego los aciertos que nuestros padres tuvieron con nosotros.
La paternidad de hoy se cuece en un contexto que impone la necesidad de estar al día de los cambios vertiginosos de los tiempos, para conocer el mundo en el que navegan nuestros hijos y a la vez, tener la paciencia y agudeza de educar en un sentido crítico, que les ayude a no dejarse llevar por la corriente, sin poner nada en cuestión. Creo que lo más difícil de ser padre es mantener el equilibrio. Nunca trajo cosas buenas ser un coleguilla de los hijos, dejándolos huérfanos de un padre, pero tampoco resultó exitoso el recurso de ejercer de tirano, generando resentimiento y rencor. Mi experiencia de educador me ha enseñado que de padres desequilibrados crecen niños con frustraciones y carencias que terminan siendo una rampa hacia la infelicidad.
La tarea de ser padre es tan importante y crucial, que asusta que apenas se disponga de tiempo para ejercerla con calidad y eficiencia. La falta de tiempo y la carencia de formación son los grandes lastres de una sociedad que termina delegando la educación de los hijos en los Youtubers y otros influencers de moda. La Escuela hace lo que puede, pero sin padres que ejerzan de padres, no habrá hijos que se hayan sentido hijos. Feliz día de San José.