Opinión
La hora de la generación Covid
«Es el momento de vencer la apatía y dar paso a la empatía»
No han sido muchos los episodios de jóvenes liderando cambios sociales, porque los hilos de la historia los han movido otros, y la han escrito quienes han creído, no pocas veces, que la juventud es un estado de vagas ilusiones, una pueril fantasía ... que tiene poco que aportar al mundo, «serio y realista», construido por los adultos.
Nos salen al encuentro recuerdos de la revolución contracultural hippie de los 60 , el coraje de los jóvenes de la plaza de Tiannamén enfrentándose al rugido monstruoso de los tanques, la lucha de jóvenes, desaparecidos y torturados, por reclamar democracia y el advenimiento de la primavera en las invernales dictaduras, y últimamente, los movimientos juveniles contra el cambio climático.
En tiempos de desafección por las cuestiones de la polis, preocupados en estar al día de lo último en Tik Tok y dedicados en cuerpo y alma al consumo de las nuevas tecnologías, quién nos iba a decir que esta pandemia colocaría a los jóvenes en su hora más transcendente. Es la hora de la Generación Covid .
Es el momento de vencer la apatía y dar paso a la empatía, esa capacidad que provoca que te duela lo ajeno como tuyo, que hace que te afecte el infortunio de los que mueren, el pesar de los que enferman, el vértigo de los que atraviesan penurias económicas , la frustración de los que perdieron a seres queridos sin un adiós.
Que no digo yo que no les duela, supongo que debe latir empatía en cada uno, a diferente ritmo, cada cual según su sensibilidad y la nobleza de su corazón, pero el dolor debe traducirse en hechos para no terminar siendo un espectador pasivo del trágico noticiario cotidiano. Es la hora de poner en valor una actitud vital, tantas veces escrita, apelada, tantas veces reclamada y siempre por estrenar: Es la hora de la Responsabilidad individual.
Muchos adolescentes pasan por la pandemia de puntillas. Se sienten inmunes ante el bicho. Han desarrollado la conciencia de Superman. Asumen como mantra que «el coronavirus es algo que pasa a otros». En ese escenario, las mascarillas sobran, las distancias se acortan y los riesgos se agrandan. Se abren las puertas al virus, que campa a sus anchas y busca alojarse en quien pueda llevarle hasta alguien más vulnerable con quien cebarse.
Ojo, la irresponsabilidad no tiene edad ni es exclusiva de una franja. Irresponsables los hay de todas las edades y condiciones, desde los incrédulos negacionistas, a los líderes mundiales con poca materia gris e indecencia. No juzguemos a los adolescentes con premura, ni nos rasguemos las vestiduras cuando veamos a algunos por las calles sin mascarillas. Ellos son reflejos de nosotros.
Son nuestras criaturas, a nuestra imagen y semejanza. Llevamos toda la vida acunándoles entre algodones, dándoles todo sin límites, tratándoles como dioses sin capacidad de frustración, sirviéndoles como los amos de la casa ¿Qué pretendemos ahora? ¿Queremos, que la noche a la mañana, sean responsables de algo que perciben no va con ellos? Nos queda mucho por trabajar. Educación, más educación, de la de verdad, de la que inunda la conciencia de valores que se hacen fuertes en la interioridad y crea ciudadanos honrados y responsables. Es la hora de la Generación Covid, y por ende, también la nuestra.