Nico Montero
Crónica de una semana de contrastes
Días vertiginosos, llenos de sobresaltos y con muchos frentes abiertos
Días vertiginosos, llenos de sobresaltos y con muchos frentes abiertos. Hemos asistido, en un estrecho margen de tiempo, a acontecimientos genuinos que han inundado las redes sociales con la intensidad de un Tsunami. La semana abría con el espectáculo de las dilatadas elecciones ‘Made in ... USA’, donde se evidenciaba que la potencia tecnológica no lo es tanto cuando tiene tal dependencia de la papeleta y de la figura del escrutador, que cual monje del Medievo, tras juramento, manipula cada papeleta como pergamino de valor incalculable, contando una a una, sufridamente, hasta el hartazgo más sublime. Asistimos, en esa misma coyuntura plebiscitaria, al bochornoso espectáculo de un derrotado sin encajarlo, que como niño sin juguete, sembraba la crispación entre millones de estadounidenses, ya de por sí muy polarizados, arremetiendo contra el propio sistema que le llevó un día a ser presidente, y ahora, a dejar de serlo.
Mientras esto sucedía más allá del Charco, en el charco, miles de inmigrantes llegaban a Canarias, donde se ha multiplicado el advenimiento de pateras y cayucos a las costas de las islas y las carpas del muelle de Arguineguín han vuelto a desbordarse. Y mientras Cruz Roja advertía de una situación insostenible, en Andalucía y en casi toda España, se decretaban las nuevas medidas, apretando, aún más, la difícil situación de tantas familias y asfixiando el tejido económico, tan quebrado y con tantos comercios a la intemperie… Algo solo soportable por ser en pos de un bien mayor: la salud. Y en ese preciso instante de desasosiego, superando incluso los 400 muertos al día, nuestros dirigentes nos sorprenden con la brillante idea de crear un ministerio de la verdad… ¡Con la que está cayendo! ¿Es que no conocen la palabra «prioridad»? Menuda pantomima para solucionar un problema del que son parte y que ellos mismos han alimentado con sus vaivenes. Con tanto descrédito acumulado, hay que tener el morro duro, como la piel de choco, o la poca vergüenza de un noruego cantando por Camarón, para erigirse en censor de lo bueno y lo bello. Miedo me da. Precisamente cuando alguien se ha creído en posesión de la verdad se han producido los mayores abusos contra la libertad. Ortega lo concretaba magistralmente: Cada ser humano es un punto de vista del Universo ¿Qué es la verdad? En todo caso, lo más cercano a la verdad es la suma de todos los puntos de vista, y como eso no está al alcance de nuestro pobre intelecto humano, no nos queda otro camino que abrazar la tolerancia y el respeto como el credo de nuestro proceder.
Pero si me piden que diga qué es la verdad en los tiempos que corren, lo tengo clarísimo: la verdad es la ciencia, que es quién nos salvará de esto. Esta semana nos sorprendió una noticia que tuvo el mismo brillo de unos fuegos artificiales en las fiestas del pueblo: la vacuna de la Covid dejó de ser un anhelo para ser una realidad inminente. Las bolsas se dispararon, porque es muy sensible a lo que nos pasa (nótese la ironía). Y como siempre, para nuestra vergüenza, ¡qué poco invertimos en ciencia y cuánto en chuminadas! Ojo al dato: los inventores de la vacuna son un humilde matrimonio de origen turco, formados en la Universidad del Sarre en Homburgo. Decía mi querido Nietzsche que la ciencia es una forma de nihilismo porque elimina a Dios pero nos deja vacíos y sin un horizonte de sentido… Pues puede que ni lo uno ni lo otro.
Mi admirado Nietzsche, hoy la ciencia nos llena de esperanza y a mí me entran ganas de abrazar a tantos locos de la probeta, que investigan con las migajas presupuestarias y mucho tesón, y de paso dar gracias a Dios por inspirar tanta sabiduría en tiempos de calamidad.