Nico Montero
Comer o no comer... Esa es la cuestión
Reflexiones al hilo del Día Mundial de la Alimentación
«Comer o no comer», una frase que es mucho más que un juego de palabras. Es una dilatada y milenaria temática que ha tenido desarrollo hasta en los libros sagrados. Desde la Biblia hasta el Corán se han establecido catálogos de alimentos puros e ... impuros, y una completa literatura ascética sobre el ayuno y la privación de manjares prohibidos. El comer, siendo algo tan cotidiano y mundano es, sin embargo, causa de pesar para los afanados en luchar contra la báscula. También, por exceso o ausencia, la alimentación ha resultado ser un serio problema para quienes lo viven enfermizamente. Por el contrario, es un maravilloso ritual para los que lo disfrutan con pasión sin más pretensión que degustar cada plato como si fuera el último banquete. Y para los más selectos y entendidos, un arte donde innovar sabores y texturas, y de paso, ganar una estrella Michelín. Comer, como ya imaginan, es mucho más que comer. Hasta el mismísimo hijo de Dios hizo que los frutos de la tierra fueran su cuerpo y su sangre para que las generaciones venideras comieran el pan de vida.
Y resulta que hoy, viernes 16 de octubre, es el Día Mundial de la Alimentación , y miren ustedes por donde, la efeméride nos sorprende en la segunda ola de una joven pandemia, que mira de reojo a la vetusta y perenne pandemia del hambre en el mundo , que ha inoculado la carestía que sufren millones de seres que viven a la intemperie y en una diaria incertidumbre vital. El Covid lo ha eclipsado todo, hasta tal punto que el positivo de Cristiano Ronaldo se ha convertido en trending topic, mientras los telediarios abren con el lujoso avión medicalizado rumbo a Turín.
Comer o no comer, esa es la cuestión . Mientras el 50% de la población española llega con serias dificultades a fin de mes, y Caritas atiende y acompaña a 2,4 millones de personas en nuestro país, nosotros nos distraemos viendo Masterchef y cómo unos tipos juegan a cocinar con el pan de cada día que a tantos les falta. Ahora, con la Pandemia y sus devastadoras consecuencias económicas, crecen las necesidades y se multiplican las carencias. Esta pandemia ha hecho crecer aun más a la madre de todas ellas: El Hambre . 793 millones de personas lo sufren a diario, desde hace mucho, y sin tanta repercusión mediática. Será que esta explosiva pandemia no tiene fronteras y no respeta ni la clase social ni el estatus económico, y será por eso, que hasta Donald Trump tiene coronavirus, aunque jamás pasará hambre.
En el mundo desarrollado producimos el doble de alimentos que consumimos, lo que significa que el despilfarro es mayúsculo e inmoral. Mientras dejamos morir de hambre a tantos seres humanos, aquí, la vacuna del coronavirus llegará antes que el gallo cante tres veces. Hay muchos intereses creados y grandes laboratorios compitiendo por conseguir el maná prometido. En cambio, la vacuna contra el hambre tendrá que seguir esperando agónicamente. Es un terreno aun sin explorar porque el remedio contra el hambre no se diseña en laboratorios, ni se fabrica en probetas, ni se testa en la piel ajena, ya que solo puede brotar de un corazón, tantas veces de mármol y piedra, que deber tornarse en solidario y fraterno . Francisco lo ha dicho alto y claro en su reciente encíclica de marcado carácter social: «Fratelli Tutti». Hermanos Todos. Así sea, con hechos y acciones de promoción, justicia, y desarrollo sostenible, para que todos, sin excepción, puedan comer en paz.
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