Opinión
Eco Navidad
Las fiestas y sus prolegómenos han sufrido un considerable adelanto y un marcado cambio en sus expresiones
Ahora que se acercan las señaladas fechas de Nochebuena y Navidad nos habremos dado cuenta de lo mucho que han cambiado las costumbres en los últimos tiempos; la contradicción humana parece, sin embargo, inalterable.
Si hasta no hace demasiados años era el puente de la ... Constitución y de la Inmaculada, ese largo fin de semana celebrado también por los que no creen ni en Una ni en Otra, el que marcaba el inicio de los festejos con el montaje del Belén y del árbol, elemento ya convertido en tradicional en nuestras latitudes, hoy día las fiestas y sus prolegómenos han sufrido un considerable adelanto y un marcado cambio en sus expresiones.
Aunque el turrón ya lleva anunciándose desde el caluroso septiembre, el pistoletazo de salida ha sido realmente el Black Friday, día que, como es natural, también evolucionará hasta convertirse en la Black Week, una denominación, por cierto, algo chocante para los que imaginan, ilusos, que la Navidad es blanca. La oficialidad del susodicho viernes como inicio de las fiestas está ya corroborada con la inauguración del alumbrado y, de hecho, la ausencia del equipo de gobierno en lo que, hasta ahora, era el tradicional Pregón de Navidad viene a demostrar que, al menos en el plano institucional, se trata ésta de una costumbre que se ha quedado anticuada.
Por mucho que se empeñe la Asociación de Belenistas en mantener la tradición de los nacimientos clásicos, parece que la moda de los belenes también ha evolucionado, como lo demuestra el llamado Belén de Barcelona; de la misma manera que los villancicos de toda la vida están sufriendo un considerable retroceso ante la expresión artística de nuevas e innovadoras perfomances. Obviamente, para gustos, colores y, además, la Navidad es una fiesta para todos, se crea o no en ella; al fin y al cabo, ya nos dicen en la tele que ahora la Navidad nos la trae Amazon y que, en Nochebuena, lo que habrá que celebrar es el pacto de gobierno. Lejos los versos de Lope de Vega, «Yo vengo de ver, Antón, un Niño en pobrezas tales que le dí como pañales las telas del corazón».
Dudo que al escribirlos pensase Lope en su trasfondo ambiental, porque también en esto nuestras conciencias han evolucionado como lo demuestran nuestras continuas manifestaciones ecológicas. Ha coincido el adelantado inicio de las fiestas con la Cumbre del Clima en Madrid y con la Marcha contra el cambio climático, una manifestación multitudinaria en la que todo el mundo expresaba su descontento con lo que estamos perpetrando contra nuestro planeta al tiempo que buscaba inmortalizar la imagen de Greta, naturalmente con un smartphone. Porque quien podría vivir sin su teléfono inteligente, sin descargar videos virales, sin colgar en la red todo lo que nos ha pasado o dejado de pasar, sin dejar de lanzar con ellos toneladas de CO2 a la atmósfera.
Y es que ahora nos manifestamos como más sensibles con el medio ambiente, al tiempo que, en las nuevas y alargadas Navidades de este progresista y concienciado primer mundo, emitimos casi un 6% del CO2 producido en todo el año, un porcentaje en el que los regalos, smartphones incluidos, suponen casi el 50%. Pero es que ya, por fin, nos hemos dado cuenta que, en realidad, la Navidad empieza en noviembre y la trae Amazon.