Un verano aciago
El Carnaval de Cádiz es una fiesta lúdica y aporta un importante capital a las arcas de nuestra ciudad
Tengo la sensación de que en esta vida casi todos nacemos con una predestinada manera de transcurrir por ella. La mayoría de nosotros nacemos para trabajar y servir a los demás. Que todos trabajamos para alguien nos queda muy claro. Sea quién sea nuestro patrón ... o nuestros clientes todos debemos de rendir cuentas a otra persona al final. Son pocos los elegidos para disfrutar de una vida plena, los hedonistas de nuestro mundo que gozan del placer y el bienestar en todos los ámbitos de la vida son la minoría. Hay quien se ha ganado con su trabajo y esfuerzo vivirla como un rey y los hay quien la vive como un rey sin habérselo ganado. Me produce urticaria mental ver a nuestros reyes agradecer una y otra vez a nuestras fuerzas armadas , al personal hospitalario y sobre todo lo orgullosos que se sienten del comportamiento ejemplar que estamos teniendo sus españolitos de a pie. Gracias y gracias sois los mejores. Esa es su labor, no es demagogia. Es un trabajo encantandor, dar las gracias y levantar la moral de su tropa. Gracias enfermeros, gracias guardia civil, gracias militares , gracias españoles, gracias. Y lo mejor de todo ese trabajo es que te corresponden con aplausos. Tú le das las gracias y ellos te aplauden por dárselas.
Muchos pensarán como voy a hilar este enunciado con el tema del Carnaval que es lo que a mí me concierne, es muy sencillo. Los carnavaleros somos por suerte o desgracia los del bando de a pie. Trabajadores por cuenta ajena, empleados públicos, autónomos y pequeños empresarios. Todos nos buscamos las papas a costa de nuestro trabajo, nadie nos regala nada. Somos en definitiva esos a los que nuestros reyes dan las gracias continuamente, que digo yo que ya puestos podían haberse estirado un poco y donar parte de sus sueldos reales o de esa asignación que le han quitado al rey emérito en comprar unas cuantas cajas de mascarillas de las baratas en lugar de dar tanto las gracias.
A lo que íbamos, el coronavirus está impidiendo que nuestras agrupaciones actúen en la temporada estival. Todos los conciertos y festivales programados se han ido suspendiendo sucesivamente. Suponían una gran ayuda económica para todos los compañeros que veían como sus ingresos personales eran complementados en estos meses de contratos privados o con ayuntamientos. Una fatalidad para todos difícil de subsanar a corto o medio plazo. Si sumamos también a ésto que el futuro de nuestro Concurso está en el aire y que no permiten ensayar aún para refrescar los repertorios para posibles actuaciones, los carnavaleros se tambalean. El Carnaval de Cádiz es una fiesta lúdica y aunque para muchos no sea una empresa digna y formal origina bastante trabajo directo e indirecto a nuestros paisanos y aporta un importante capital a las arcas de nuestra ciudad. Al zapatero de San Francisco le compra los zapatos Subiela, en los puestos del pescado de la plaza veo a Bohórquez, Obregón y a Lali comprando pescado cada sábado, por la calle Columela veo gastando sin miedo a Germán con Tino Tovar y Brihuega, en El Corte Inglés se dejan una pasta Martínez Ares, el Zeus y Remolinos…
Es un despropósito la suspensión de la mayoría de estos festivales veraniegos sobre todo para las comparsas porque aunque ese dinero repercuta en sus cuentas particulares al final llega a los pequeños cajones de las máquinas registradoras de nuestro comercio local y provincial.