Rocío
La vida la está poniendo a prueba, pero seguramente su fuerza de voluntad y optimismo le sirva para que renazca de sus cenizas como el ave Fénix, estoy plenamente convencido de ello
A medida que te zambulles en el mundo del carnaval descubres que lo más importante de éste son las personas que escoltan a tu inmersión. Por muchas finales, éxitos y premios conseguidos, lo verdaderamente transcendental y maravilloso es la gente que camina junto a ti. ... Almas que disfrutan y sufren contigo los logros o fracasos artísticos. Las que van de tu mano en tantos momentos de ensayos y actuaciones. Ellas son las que dan el sentido de tu implicación en una actividad tan estresante y frenética como es nuestro concurso y su carnaval.
Sin las personas, los repertorios, las ideas y el arte en general estaría vacío.
Podría escribir libros hablando sobre buenas personas que han viajado conmigo a lo largo de mi itinerario carnavalesco, pero hoy quiero pararme en descubrir solamente a una mujer, Rocío.
Para los que no estén muy puestos en nuestro ambiente corista y puedan ubicarla de alguna manera, ella forma parte de la orquesta de nuestro coro de Los Niños. La podrán ver tocando con maestría la bandurria, siempre junto a su hermana gemela Cristina, que es otra de esas personas esenciales que marcarán mi vida para los restos.
Rocío es luz, y no porque ahora esté pasando por un mal bache sino porque siempre lo ha sido. En persona lo comprobarán, pero busquen fotos de ella y verán cómo lleva ese halo alrededor que transmite al mirarla. Deslumbra en cada imagen. Su sonrisa enseña su alma y su mirada demuestra su bondad. Desde el 2007 que se alistó en nuestra familia carnavalesca jamás vi torcerle un gesto. Jamás pronuncia una mala palabra hacia alguien y nunca pone trabas para que nuestro proyecto salga adelante, todo lo contrario, siempre se involucra como nadie en nuestra causa.
La vida la está poniendo a prueba, pero seguramente su fuerza de voluntad y optimismo le sirva para que renazca de sus cenizas como el ave Fénix, estoy plenamente convencido de ello.
Quiero ser como ella, siempre tuve ese pensamiento celoso. Una mujer admirable de la cual me gustaría aprender todo. Tan amiga de sus amigos, tan leal a ellos. Quisiera gozar de su contagiosa alegría y mostrarla con su sonrisa perpetua. Desearía robarle sus modales acaramelados con su educación exquisita. Arrebatarle el don de la simpatía para gustar a todos como le ocurre a ella. Me encantaría tener su atractivo personal, ese que seduce sin palabras y que pocos poseen. Si pudiese, le plagiaría su voluntad de acero para protegerme de los malos vientos. Sin que se diese cuenta tomaría su paciencia infinita para contener mi impaciencia, le quitaría la virtud de la templanza ante mi desenfreno mental y afanaría su sensatez para aplacar mis momentos de riendas sueltas.
Ojalá pudiera tener el gaditanismo selecto que le inyectaron desde su infancia Charo y Ricardo, sus maravillosos y entregados padres.
Rocío es imprescindible para mí, única. Ha traspasado los límites de amistad o componente de mis coros. La quiero tanto. Búsquenla, intenten conocerla personalmente y verán que me quedo corto en sus modos, adjetivos y cualidades.
El destino quiso que tuviera una hermana idéntica, Cristina. Apliquen todo lo que he dicho anteriormente de Rocío a ella. A las personas como mis gemelas las deberían de clonar por miles, seguramente a este mundo se le podría apellidar humano.
Rocío eres la luz que ilumina y alegra los corazones de quien te conoce y como te dijo mi hija Inés, más bonita que La Caleta.
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