Los placeres de la vida
Uno de los mayores regocijos es esperar ataviado con mi tipo la llegada de mis compañeros de agrupación para ir juntos hacia el carrusel de coros
A lo largo de nuestra existencia nos encontramos con placeres de distinta procedencia e intensidad. Placeres carnales o sentimentales, pequeños o grandes según nos brinden el destino o la oportunidad. Un desayuno en pareja con un buen café, zumo natural y mollete con aceite y ... jamón serrano, es uno de los deleites más gratificantes para el cuerpo y la mente sin dudarlo. Una tarde en primavera con amigos bajo el decorado y la luz de nuestro Campo del Sur es una gozada que anima a sacar nuestras mejores sonrisas e historias únicas y secretas. Una velada de teatro con cómplices nocturnos, ir de cena con su posterior sobremesa regada de bebidas espirituosas y conversaciones eternas hasta la madrugada, es un placer que a muchos nos resuelven hasta las dudas del universo.
En estos tiempos que corren y harto de tanta negatividad y malas noticias, me apetecía sacar en claro otros placeres propios y ajenos que disfrutamos los carnavaleros durante la semana grande del Carnaval.
Personalmente uno de los mayores regocijos es esperar ataviado con mi tipo la llegada de mis compañeros de agrupación para ir juntos hacia el carrusel de coros, es una espera ilusionada y libre de toda tensión acumulada por varios meses con estrés de ensayos y ajustes del repertorio. Otro placer es esa primera parada en el camino para amasar la madre de tu estómago porque lo que te espera a lo largo de la jornada es bonito e impresionante pero de mucha resistencia física y mental a la vez. El placer de sentirte querido y formar parte de un grupo es otra de las grandes satisfacciones que nos da el mundo del Carnaval . La amistad y camaradería, la solidaridad, el apoyo, el disfrutar de una afición o hobby en compañía de tanta gente que comparte como tú esa atracción y gusto por la música, es de las virtudes más grandes y maravillosas que tiene nuestra dedicación festiva.
Las caras de nuestros aficionados al emocionarse con una letra de tango, su complicidad e implicación acompañando con bailes, palmas y cantes cada parte de nuestro repertorio hacen que tu alma libere unas enzimas positivas que sirven para alargar tu vida por lo menos 30 años mas. Codo con codo los componentes de los grupos disfrutamos de ese placer exclusivo de los artistas, los aplausos. Un aplauso significa el reconocimiento al trabajo bien hecho pero también el agradecimiento de los aficionados a ese rato de ocio tan agradable que le hacemos pasar.
Los ofrecimientos culinarios y abastecimiento del maridaje durante la travesía son otros de los placeres que disfrutamos los grupos en esta semana de las carnestolendas. Las papas con chocos, las croquetas del puchero, las gambas blancas y las tortillas de camarones nos dan el aporte calórico necesario para aguantar lo que nos echen sin que se nos doblen las piernas. Las cervezas muy frías y la manzanilla de Sanlúcar reponen la gasolina en nuestro depósito sin fondo para aclarar gargantas y permitir que el grupo siga sonando bastante aceptable de principio a fin.
Son una gozada esas reuniones noctámbulas de casi todo el grupo, después de la cena, para compartir una copa y comentar la jornada. Momentos mágicos y placenteros que se graban en la memoria para siempre.
Para que todos estos placeres generales y los propios de los carnavaleros y aficionados sigan y vuelvan a nuestras vidas, quedémonos en casa por favor, no los convirtamos en meros recuerdos.
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