Pasión contra pasión
En Cádiz y siempre generalizando, hay tres grandes pasiones; el carnaval, la Semana Santa y su equipo de futbol
(Póngase acento argentino).Una pasión es una pasión. ¿Te das cuenta Benjamín? El tipo puede cambiar de todo: de cara, de casa, de familia, de novia, de religión, de Dios…pero hay una cosa que no puede cambiar Benjamín: no puede cambiar… ¡de pasión!
Con esta frase le explicaba Guillermo Francella (como Pablo Sandoval) a Ricardo Darín (como Benjamín Espósito) el perfil del asesino en la película ‘El secreto de sus ojos’ para luego buscarlo en un estadio de futbol.
De pasión no se cambia nunca, se suele calmar o acentuar con la edad pero lo que nos apasiona lo llevamos hasta nuestra muerte. Ser apasionados del senderismo, de los soldados en miniaturas, de la lectura, de la música, de la pesca, de la jardinería, de la cocina, de cualquier deporte… nos sirven para dar color a nuestras almas y en la mayoría de las veces sin ser nada material nos alimentan los corazones de latidos.
En Cádiz y siempre generalizando, hay tres grandes pasiones; el carnaval, la Semana Santa y su equipo de futbol . En las dos primeras hay mucho pasionario desorbitado dentro de los propios grupos que forman las agrupaciones o cofradías. Enfrentamientos dialécticos y eufóricos tan pasionales que a veces les quitan hasta el conocimiento de la exacta realidad. Los carnavaleros y los semanasanteros defienden a muerte lo suyo sin importarles el daño que pueda ocasionar a la agrupación rival o a la cofradía de enfrente. Somos así.
Entre los apasionados del fútbol nos podemos encontrar de todos los tipos de especies. Los hay quien muere por defender sus colores y también existen esos a quien no les importan que mueran los demás por defenderlos. En quince días veremos los resultados de dicho apasionamiento, veremos si la curva de contagios se dispara o tal vez tengamos la misma suerte que tuvimos en carnaval donde el virus estaba mirando para otro lado.
En esta semana seguramente se decida el futuro de nuestro concurso y del carnaval. Las fechas de celebración o de no celebración de ambos eventos está en manos de gente sensata. La salud es lo primero y debe de ir por delante de cualquier pasión. Están aflorando cientos de rebrotes nuevos, la obligatoriedad de las mascarillas en lugares públicos con o sin distancia social es un buen indicador para tomárselo en serio. Parafraseando a mi amigo y admirado periodista Juan José Téllez hay una unidad de medida que el sistema métrico la estaba pidiendo a gritos, el Cadímetro. Demostrar quién quiere más a Cádiz o en este caso al Cádiz con actitudes que nos sacan los colores ante toda España no sirve de mucho a la imagen de nuestra ciudad. Amar a alguna de las tres grandes pasiones que tiene Cádiz no es obligatorio y mucho menos pisoteando al resto de las demás. Mi amigo y genial escritor Rafael Marín comentaba que se temía que los hinchas del Cádiz podían haber sentenciado el próximo carnaval. Yo también lo pienso aunque entienda que a la chavalería, de la cual se compone la afición cadista en su mayoría, es muy difícil de controlar y menos en una ocasión tan excepcional de subir a primera división para nuestra ciudad. La pasión mueve cielos y montañas y el Cádiz nos tiene tan acostumbrado a sufrir que cuando nos da una alegría tan enorme como ésta es casi imposible no celebrarlo.
Como decía Pablo Sandoval hay una cosa que no se puede cambiar, de pasión. Enhorabuena cadistas.