Las orejas al lobo
El coro parece que encandila a pocos y a la mínima probabilidad de descarte se elimina de los carteles, es una agrupación ninguneada por muchos
El pasado sábado se celebró en el Teatro Falla el festival de ‘ Lo mejó de lo mejón ’ en su edición 2020. A pesar de la mala fortuna y las circunstancias de la pandemia, que hizo que se cayera del cartel la chirigota del ... Vera, todo salió perfecto y el público disfrutó enormemente, ovacionando incluso a los grupos participantes. Mi enhorabuena a la organización. Si se percataron, ese cartel no incluía la participación de coro alguno. La actual pandemia fue el impedimento, concluyeron.
Las manifestaciones de protesta por tal ausencia han sido inexistentes. Ninguna opinión sobre esta carencia he visto o escuchado en los medios, ni siquiera por entidades o personas que dedican parte de su estado a nuestro Carnaval. Coristas tradicionalistas y grandes defensores a ultranza de nuestro tango no han mencionado nada. Ahora no se puede, mucha congregación de personas sobre el escenario y no se permite ensayar tampoco. Esas son las únicas justificaciones posibles y explicaciones habituales de la mayoría. El coro parece que encandila a pocos y a la mínima probabilidad de descarte se elimina de los carteles, es una agrupación ninguneada por muchos.
Tras los descansos de las sesiones del Concurso, el patio de butacas queda vacío si lo que viene a continuación es un coro. El público en general pasa olímpicamente de ellos, solamente consiguen tener la sala medio llena cuando les toca actuar abriendo telón a comienzo de función. Los responsables de dicho ‘mobbing’ carnavalesco son bastante difíciles de encontrar.
Los propios coros tal vez son la principal causa. El Ayuntamiento, entidades organizadoras de eventos, el público, los autores de éstos, sus repertorios, el número de componentes, la disposición en la escena, sus voces, ¿de quién es la culpa?
En la actualidad los coros solo encuentran su sitio en la calle. Se han convertido en grupos de animación callejera. Cuanto mejor sea la calidad de éstos, más seguidores y aficionados a su alrededor, o cuanto más animoso sea el ruido musical que hagan, más personas peregrinando les seguirá. Hoy en día el coro va encaminado a convertirse en una banda-orquesta-coral con espectáculo callejero. Son prescindibles en el Concurso y como ven en los actuales festivales de calidad. A nuestros coros solo los invitan para rellenar o cubrir carteles de actos benéficos y solidarios, poco más. Este año la pandemia es la excusa perfecta, pero muchos años atrás pocas veces o ninguna se contó con ellos en festivales de nivel.
Sinceramente creo que necesitamos de otra ‘perestroika’ corista al igual que hicimos el coro de La Viña, Julio Pardo, Quico Zamora, Adela del Moral y el que les escribe a finales de los 80. Un cambio radical o tal vez de ubicación. Una idea nueva que los impulse a ocupar un sitio importante en el Concurso. Hoy en día, las comparsas copan todo el espacio sustancioso, tal vez sería bueno salir de ese espacio común y crear un hábitat especial para nosotros.
Mi idea loca aboga por un Concurso exclusivo para coros, para el aficionado a éstos, donde por una parte, la puntuación del Jurado Oficial decidiera quien gana en el Falla y como novedad propondría otro jurado oficial quien decidiera qué coro gana en la calle. Cada vez veo más de cerca las orejas al lobo. Las chirigotas están por año más acomparsadas para cubrir su falta de gracia, que no arrastren al coro a convertirse en otra cosa por falta de público.
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