Entre el miedo y la alegría

De nada sirve llevar cuatro meses de ensayos a golpe de reprimendas, reproches, militarismo, con gente egolatra, para conseguir el primer premio, si no disfrutas del camino

Seguramente en esta semana comenzarán la mayoría de ensayos para el próximo concurso de agrupaciones . Si se fijan en lugar de poner para el año 2022 he puesto para el próximo concurso, sin más, el miedo me hace ser precavido en ese aspecto.

Tras casi dos años de espera por las restricciones de esta maldita pandemia, comenzamos una vez más por esa larga travesía de construir una original agrupación carnavalesca para presentarla al concurso. Son muchas las ilusiones puestas en ello pero también muchas las dudas y miedos que nos ocasionan.

Tengo miedo a que en lo mejor del querer nos obliguen a cortar los ensayos por la toma de decisiones que en los próximos meses puedan ajustar las autoridades en relación al distanciamiento social, que por ciertonos concierne mucho más a los grupos con numerosa gente cantando.

Tengo miedo también a que aparezca un contagio grave y que los responsables de locales de ensayos colegios y demás viertan toda la responsabilidad hacia los grupos de carnaval por ello.

Tengo bastante miedo a que, justo antes de empezar el concurso, decidan su suspensión porque hayamos pasado de nuevo del riesgo bajo al riesgo extremo.

Tengo miedo por supuesto a invertir el dinero ahorrado en el nuevo proyecto y que no sea útil para el año siguiente, por ejemplo que un tipo veraniego se convierta en uno totalmente inadecuado para invierno, o que se encarguen forillos, atrezos, utillajes escénicos a los artesanos y que éstos no aguanten el paso del tiempo porque se deterioren al ser materiales muy frágiles y volátiles en algunos casos.

Mucho miedo a tener que parar los ensayos por una cuarentena interior y que nos coja el toro en cuestión del repertorio.

Pero no todo son miedos, retomar nuestra lúdica actividad me ocasiona muchas ilusiones y alegrías. Una de esas satisfaciones es el reencontrarme con mi gente para entrar en esa bendita rutina de ensayos, en donde las risas y el trabajo se complementan para llevar adelante un nuevo proyecto.

Tal vez sea una de mis mejores satisfacciones personales, artísticamente hablando.

Otra gran alegría es la incorporación de los nuevos componentes cuando descubren otro mundo totalmente distinto del que provenían o se pensaban. Un mundo por encima de los premios. No me cansaré de repetirlo. De nada sirve llevar cuatro meses de ensayos a golpe de reprimendas, reproches, militarismo, con gente egolatra, para conseguir el primer premio, si no disfrutas del camino. Es un precio muy alto para personas que como yo pensamos que la vida son dos días y que lo importante es disfrutar del paisaje. La experiencia personal por desgracia nos da puñetazos en el alma para recordarnos ese principio que nuestro grupo en particular intenta llevar a gala. Ensayar para ganar y competir sí , pero divirtiéndonos.

Me produce mucha ilusión presentar el tango al grupo. La cara de todos oyendo mi voz temblona por los nervios con la incertidumbre de gustar a todos.

Es también apasionante descubrir poco a poco la idea del tipo, ese argumento teatral que cada año intentas llevar al teatro en forma de coro.

Las alegrías y risas en nuestras fiestas personales celebrando que alguno supera una enfermedad, cumpleaños, nacimiento de hijos y nietos, navidades… esos momentos que tomamos como escusa para festejar algo común y recordar que por suerte aún estamos vivos.

Loco por empezar a disfrutar de mis amigos que además vienen envueltos con un papel de regalo extraordinario, la música.

Artículo solo para registrados

Lee gratis el contenido completo

Regístrate

Ver comentarios