OPINIÓN

Doctor Frankenstein

Lo iré confeccionando con lo mejor de cada casa. Sus talentos y virtudes sobresalientes de autores, intérpretes y personajes de nuestra fiesta

Cada vez que muere alguien con un don innato pienso el por qué no me tocó a mí nacer con ello. Igual me ha ocurrido y supongo que a más gente, con Maradona ¿A quién no le hubiera gustado nacer con ese talento con el ... balón? Jugar como Kobe Bryant, cantar como María Callas, escribir como García Márquez, componer como Mozart, tener la mente de Stephen Hawking o Curie y la belleza de Ava Gadner o el atractivo de George Clooney. En algún momento todos hemos deseado tener el don de alguien o hemos suspirado por alguna de sus excelencias.

Hablando de Carnaval, que es lo que toca, hoy me levanté con un carácter macabro a lo Doctor Frankenstein y quise realizar un experimento para darle vida a un monstruo carnavalesco. Lo iré confeccionando con lo mejor de cada casa. Sus talentos y virtudes sobresalientes de autores, intérpretes y personajes de nuestra fiesta.

El laboratorio estará emplazado sobre el techo del Falla donde por suelo lleva el lienzo alegórico al Paraíso de Arbazuza y Arias. Allí subiré cada parte de mi maravilloso engendro y crearé a mi magistral criatura.

Le pondré la voz de Bienvenido y de Miriam Ballesteros , la elegancia de Ripoll, Sevilla Pecci y Pepe Mata, la sensibilidad de Luis Rivero y Pedro Romero, la destreza en los dedos de Kico Moreno y Bablé, una mano de Charly López y otra de Perico Campos. Tomaré prestada para mi creación la caballerosidad de Tino Tovar, del Real y Guimerá, la fuerza de Carmen Jiménez y Sabina, la entrega de Subiela, la creatividad de Ares, la paciencia de Fran Quintana, la chispa de Selu, Gómez, y Andrés Ramírez, el compás de Santander y Carlos Pérez y la tenacidad de Paco Mora y Nono Galán. Le pondré la ilusión de, Fermín Coto, Bayón, Bizcocho, Molina y Aguilera, la capacidad de David Márquez y el Chapa, la lealtad de Rafa Mosquera y Juan Lucena, lo prolífico de Antonio Rivas y El Chimenea, la constancia de Julio Pardo y la gracia de Iván Romero.

A nuestro monstruo trasplantaré los arrestos de Cheza, Jona, Germán y Remolinos, la complicidad del Morera y Meni, Cabra y Love, la inventiva de Vera Luque, Gago, Canijo, la poesía de Antonio Martín. El atrevimiento de Cascana y Juan Rivero, la originalidad de Luis Roldán, el talento de Juan Carlos Aragón y el sarcasmo de Libi y Valdez. Las raíces de Kico Zamora y Pastrana, los agudos del Carli y el paladar de los Catalanes.

Le añadiré la mesura de Juan León, Serafín, Laura Rivero, Lali y Bohórquez, la delicadeza de Marta Rosado, la constancia de Procopio, lo canalla del Lupo y la armonía del Noly. La humildad de Pedrosa y David Fernández, Cárdenas y Peñalver, la sinceridad de Paco Rosado, la osadía de Adela del Moral y la distinción de Quiñones y Villegas. La dulzura de Milián Oneto, Ramoni y Nico, la melodía de Bustelo y Pepe Martínez, el gusto de Inés Migueles y la fuerza de Rocío Hermida y Pepa Dávila.

Para terminar le implantaré el corazón de Paco Alba y el alma de algún aficionado, zurciré con cuerdas de la guitarra del Pacoli y le haré, con la imaginación del que les escribe, una transfusión de sangre del Tío de la Tiza.

Una vez completado y al igual que Frankenstein, le suministraré un fuerte rayo de luz de Cádiz que sacará su primera sonrisa, eso sí la del Sheriff .

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